miércoles, 25 de febrero de 2009

Plática

_ Hace tiempo que no escribes ningún diálogo...
_ Mira, va como va...
_ ¿Te sientes mejor ahora con el blog, explicando lo que explicas, y no hablando sólo de libros?
_ Ya sabes que me siento incómoda explicando intimidades, que pienso que no debería hacerlo, pero... pero...
_ ¿Te arrepientes de haber borrado el Blog de una lectora? Allí tenías comentaristas, lectores, enlaces... un prestigio... aquí no tienes nada de ello. Es como haber desaparecido en el espesor de la selva, como si te hubieras trasladado a vivir en medio del bosque...
_ Me sabe mal haber dejado atrás unos cuantos lectores, y otros tantos comentaristas... haber perdido los enlaces también me sabe mal, pero creo que no son tan importantes... Además, pienso que si yo soy la misma, y lo que escribo no puedo evitar que sea lo mismo, de aquí tres años (que era el tiempo que llevaba con el blog) debería tener la misma cantidad de lectores, comentaristas y enlaces... vaya, me parece...
_ No se puede negar que eres optimista...
_ De todas formas me siento cómoda habiendo desaparecido, es como si me hubiera liberado de una carga... comentar libros se había convertido en una presión, una presión que yo misma me imponía, y era bastante absurdo... ahora me siento más libre...
_ ¿Y qué consideras que has aprendido de tu espantá?
_ He aprendido que jamás debe borrarse lo que has escrito... ¡ja, ja! Bueno, quiero decir que espero haber aprendido a no volver a hacerlo. Me siento muy incómoda con la sensación que la gente no puede leer lo que escribí para que leyeran, a pesar de que yo todavía lo conserve, ¿sabes qué quiero decir? ¡Eso sí es una frustración!
_ ¿Escritura liberada o escritura desinhibida?
_ ¡Escritura descarada! (Justo lo que no soy en la vida real...) Pero procurando no meterme demasiado con nadie, que he criticado a gente y me sabe mal. Querría que mi blog sólo destacase las cosas positivas, como cuando hablaba de libros y sólo escribía de ellos elogios... pero el problema es que vivir incluye también una gran parte de crítica hacia el mundo que te rodea. En un lugar donde el deporte nacional es criticar, no puedo pretender estar al margen de ello... En el mundo no todo es positivo...
_ ¿Deseos para el futuro?
_ Continuar explicando cosas, pero no demasiado... no fuera el caso que algún día me encontrara a alguien por la calle que me conociera mejor de lo que me conocen en casa...
_ Uno es esclavo de sus palabras, y dueño de su silencio... (Boquita cerrada no entran moscas...)
_ El silencio puede pesar como una losa... y las palabras, se las lleva el viento... a pesar de que queden escritas... y tampoco creo que haya demasiada gente dispuesta a perder el tiempo leyéndome, afortunadamente. Pensar que tengo pocos lectores, y que además están en el quinto pino, a la otra punta de mundo, y que no voy a encontrármelos, también me ayuda mucho a hablar con franqueza...
_ ¿Qué le dirías al lector desconocido?
_ No le diría nada, sólo esbozaría una sonrisa.

lunes, 23 de febrero de 2009

Caminitos y atajos

Una vez le dije a alguien que toda mi vida había seguido unos raíles, y que al final había decidido salirme de la vía. “Salirme de la vía” significaba dejar de estudiar y dedicarme a escribir.

Lo intenté.

Y aunque no fue bien, porque no vivo de escribir, ni he conseguido ser independiente, ni he conseguido escribir nada bueno, no me arrepiento. Era lo que quería hacer. Quería dejar de correr una carrera que no era la mía, con unas presiones que me sobrepasaban y unos objetivos que se esperaban de mí por encima de mis posibilidades. Dejé de luchar en el mundo de los demás y empecé a luchar en mi propio mundo. Y, aunque en el fondo vivo en el mundo de los demás y a veces son los valores de los demás lo que a la fuerza se impone, estoy contenta de haber conseguido dejar de vivir en un mundo de presión constante.

Pero ya hace muchos años de ello.

Pero supongo que no lo he superado. Esta decisión es mi juventud, y nunca me he parado a analizarla demasiado. Escribir... ¿es sólo la excusa para no tener que luchar? ¿Es solo un lugar donde esconderme? ¿Es el atajo o es el meandro?

Lo que quiero decir es que, visto lo que escribo, quizá haya a quien le extrañe que piense en dedicarme profesionalmente a la escritura, cuando hay tanta gente que escribe bien en la red y no tienen ni la mitad de pretensiones que tengo yo. De eso me hago cargo.

Tampoco querría idealizar el hecho de escribir, como si no hubiera nada más en el mundo para la otra gente, a pesar que sea lo más importante para mí, y que yo, que no hablo demasiado, encuentre en esta forma de comunicación la manera de expresarme interiormente.

Pero la pregunta que me hago es... yo, que soy como soy y vivo en el recogido mundo de libros en el que vivo, y que escribo un post casi cada día... ¿podría ser feliz al lado de alguien que no necesite comunicarse de la misma forma? ¿Qué no escriba, ni lea, ni entienda el valor de todo ello más allá que como una excentricidad simpática de alguien que te gusta? ¿Puede aceptarte de verdad más allá de la atracción física alguien que no comparta tu mundo?

Pues no lo sé. Esta es la gran pregunta...

domingo, 22 de febrero de 2009

No quería decirlo...

No quería hablar de ello... pero no me lo saco de la cabeza... ya sé que dije que no se debía hablar de religión... que podían herirse susceptibilidades... pero... ¡qué carai!

Me gustaría hablar de porqué no creo en el cielo, en ir al cielo después de la muerte... y tampoco en ir al infierno si te has suicidado...

Dicen que en el cielo, donde seremos felices, nos encontraremos con las personas queridas... Imaginémonos una mujer muy enamorada de su marido. El marido se muere, y después de un tiempo, ella vuelve a casarse, también muy enamorada. Llega el momento de morirse, y se da cuenta que, aunque de manera distinta, ha sido feliz con los dos. Y ella no ha hecho nada pecaminoso, se casó con uno cuando el otro estaba muerto, con ambos se casó por la iglesia y a ambos les ha sido fiel... es una mujer que tiene todos los números para ir al cielo. Los maridos también merecen ir al cielo. ¿Con cual de los dos va a encontrarse, en el cielo? ¿Cómo lo resuelve, esto, dios? De verdad que me gustaría saber que dice de ello un teólogo, pero yo no creo que aquí haya una solución sencilla y natural... como debería ser si el cielo existiese...

Siendo una paradoja así posible... ¿no es evidente que eso de “ir al cielo” es un símbolo? ¿Una manera de hablar que nos consuela? Me suena mejor hablar de “reposo eterno”, francamente, sin esperar ningún cielo...

viernes, 20 de febrero de 2009

Complusión

«Lo que me llama la atención es que haya gente que encuentre chistosa la adicción a comprar libros que luego no se leen. Pienso que esa gente, que no hubiera encontrado divertida cualquier otra adicción, no deben de estar muy en contacto con los libros.
Quitarse la adicción al tabaco, al sexo o al alcohol es fácil, basta con consultar al médico de cabecera, y te orienta sobre los sitios y organizaciones competentes. Yo le consulté a mi médico sobre esta adicción a comprar libros y se echó las manos a la cabeza, NO ENTENDÍA. Me dijo: “...pero ¿cuánto gastas al día en libros? Lo que puedes hacer es... bueno, compra uno al día, no creo que te arruines.”
El problema de esta adicción es precisamente que el libro es un objeto idolatrado y entonces causa estupor verlo situado en una adicción, junto con la droga, alcohol, café, ropa.. que son cosas menos venerables.
Háganme el siguiente experimento: pregunten al adicto al tabaco cuántos cigarrillos de los que compran se dejan sin fumar. Les contestará que fuma todos, por supuesto, que el problema está en que los fuma, que si los comprara y no se los fumara... a lo mejor eso sería la solución.
Pero el problema del adicto a la compra de libros es precisamente que... los compra SABIENDO que NO VA a leerlos. La adicción a la compra de libros no es adicción a la lectura -eso sí sería chocante en la mayoría de los casos- sino que es la adicción a POSEERLOS. Porque en el momento en que ese libro se ha conseguido, el adicto empieza a pensar en comprar OTRO libro...»
Ramón Adagio
(texto encontrado en internet)

jueves, 19 de febrero de 2009

Angustia

Recuerdo que (cuando todavía miraba la televisión) vi una película feminista americana un poco vieja donde salía Larry Hagman de joven (el actor que más tarde haría de J.R.) (Curiosamente, haciendo de hombre normal, es decir, de malo según la película.) La película se titulaba El Grupo y fue un descubrimiento, sobretodo por la relación de amistad entre las ocho protagonistas, por la “pandilla” que configuraban. Años después, no hace de ello demasiado tiempo, apareció la novela en castellano, que es de la escritora americana Mary McCarthy, y que está ambientada en la pre-guerra mundial, y que compré y leí con entusiasmo.

Es una novela construida con gran sencillez, y que hace la trampa de no dejar ver nunca como se relacionan las ocho protagonistas cuando están juntas, sino que siempre las vemos de una en una o vemos su amistad de manera indirecta; pero, a pesar de las costuras, pienso que es una obra que ha resistido admirablemente el paso del tiempo. La novela, pero, es un poco diferente de la película, porque deja a la imaginación del lector cosas que en la película a la fuerza deben quedar resueltas, y de un modo muy interesante, además. Donde la novela insinúa, la película muestra. Por ejemplo: una de las protagonistas cae por una ventana, y se mata. En el libro no se da una explicación. En la película, en cambio, se ve que cae (o que se tira) por la angustia que le provocan los anuncios sobre la guerra que oye por la radio. Se trata de una persona muy sola, que después de divorciarse y con la pandilla medio disuelta, se dedica sólo a escuchar la radio, y a quien lo que oye impacta mucho. El detonante de no poder soportar la angustia, en la película, es la radio.

Ayer me vino a la cabeza a la fuerza esta escena cuando oí a un economista hablando de la crisis, y de cómo hará cambiar nuestro mundo. Nadie dice que todos los vaticinios catastrofistas deban cumplirse, pero... (Ni tampoco estoy diciendo que la radio no deba hablar de eso...) Han empezado los primeros alarmismo, y a partir de ahora nos crecerán los profetas... Aquello que oí fue la primera avanzadilla del anuncio del fin del mundo tal y como lo conocemos. Y quizá no será exactamente el fin del mundo (no es la guerra, no es ninguna invasión extraterreste... ), pero lo que está pasando, y que están anunciando, quizá sea algo peor que todo eso: es el fin de la prosperidad.

La verdad es que oyendo al susodicho economista me angustié mucho, y no puede evitar recordar a Kay, que ante la presión de la radio, cae por una ventana...

martes, 17 de febrero de 2009

¿Estás a régimen?

Un autor actual no contrastado por el paso del tiempo es a un clásico como la leche desnatada a la leche entera...

lunes, 16 de febrero de 2009

Cinismo a la carta

Una vez, alguien me dijo que no hablaría en su blog de nada que pudiera hacer daño a nadie que lo leyese. Me pareció una buena norma, de auténtica buena persona, pero yo no la he aplicado. He escrito cosas que ha leído gente a quien ha hecho daño lo que yo había escrito, y lo he escrito consciente de que lo leerían, y no lo he hecho con una sola persona, además... De acuerdo, nunca he insultado a nadie ni he dicho nada demasiado grave, pero si alguien te pone una piedra en el zapato no dirás que te está atacando, y en cambio la piedra te molestará mucho... Eran cosas que necesitaba decir, y necesitaba que las personas a quienes quería decírselo lo leyeran. Sólo así me lo quitaba de encima.

No sólo una vez en la vida me ha pasado que alguien me ha puesto una canción a través de la letra de la cual me decía alguna cosa que me hacía daño, mucho daño. Es una de las torturas más refinadas que conozco, y no me gustaría que me volviera a pasar, aunque para estas cosas tengo muchos números.

Yo nunca le he puesto una canción de estas a nadie... No, claro que no: ¡yo escribo posts...! Una de las ventajas que tiene ser creativa (y estar medio loca) es que, cuando quiero hacer daño a alguien, puedo escribirme yo misma la letra, no necesito tomarla prestada de una canción... Y puedo escribirla con mis propias manitas como arma del crimen: clic, clic... Con esta posibilidad al alcance, el cinismo está servido.

domingo, 15 de febrero de 2009

Algunas puntualizaciones lecturiles

El otro día dije que estaba ansiosa por leer un libro de un autor drogadicto, incestuoso y cobarde. En cambio, ayer, rechacé de llano leer a Dalí por otro “defectillo”. Puedo entender la drogadicción (yo misma soy adicta a comprar libros), puedo entender el incesto (tenía un primo a quien habría hecho un favor...), puedo entender la cobardía (yo sería la primera en salir despavorida...), pero lo que no puedo entender, de ninguna de las maneras, es esto de Dalí. Es superior a mí, lo siento, y aquí sí que aflora mi estrechez de miras, lo siento.

También me gustaría puntualizar eso que dije el otro día que tenía envidia de la gente que tiene diez veces más libros que yo. Evidentemente, no cambiaría mis x libros por 10x libros escogidos por otra persona... Además, yo no estoy por la cantidad, sino por la calidad, o como mínimo así me gusta pensarlo. Prefiero tener menos libros, pero mejores.

Otra cosa es un texto que he leído por internet sobre que los suplementos literarios son el nido del amiguismo y de los intereses... ¿es que la gente hace caso de los suplementos literarios a la hora de escoger los libros que lee? Me sorprendo al oírlo. Yo, sinceramente, tengo ideas propias, y me fío mucho más de lo que leo en ciertos lugares escogidos de la red que de lo que pueda decir ningún periódico... ¿Debe ser la incultura de las nuevas generaciones, la mía? ¿ ...eso de confiar en opiniones no interesadas?

sábado, 14 de febrero de 2009

Lindezas...

Cervantes, en el Quijote, para decir que Sancho Panza se ha cagado de miedo, dice que Sancho ha hecho aquello que nadie puede hacer por él... (Que me parece una manera muy fina de decirlo, y que me sorprendió...)

A mí me tratan de friki porqué leo, pero ayer oí por la radio que hay una pandilla de gente que lucha contra las mierdas de perro tiradas en la calle y que quedan... ¡para pincharlas con banderines! Una vez oí a una japonesa que decía que los catalanes éramos un pueblo obsesionado por la mierda. Carai, ahora entiendo qué quería decir...

Relacionado con el tema... parece que hace muy intelectual haber leído la obra de Dalí, la obra escrita, quiero decir, que él mismo decía que pasaría a la historia por encima de sus cuadros, y viste mucho haberse dado cuenta que a la colección que publica su obra completa le falta un volumen... pero... Dalí practicaba la cropofagia (entre otras cosas)... sí, sí, buscad cropofagia en el diccionario... podéis llamarme tiquismiquis, pero yo no creo que nadie que haga eso pueda decirme nada interesante como persona como para leer sus escritos... francamente... Quiero decir que tengo muchas otras cosas que leer, antes...

Y perdón por el tema...

sábado, 7 de febrero de 2009

Pretensiones

Desde que tengo el blog, diversas personas me han dicho, por activa y por pasiva, que tengo demasiadas pretensiones: que un blog es algo que se hace porqué sí, porqué quieres compartir unos pensamientos, no porque hayas de publicar nada ni para pasar a la historia de la literatura... ¡Lo sé perfectamente! Claro que sí. Pero reconozco que las tengo, tengo esas pretensiones... como aquel que tiene granos. Si tienes la cara llena de granos, si tienes un grano en el culo, has de aceptarlo y continuar adelante a partir de ello, no? Pues yo lo acepto y ya está: tengo pretensiones. Y no, no me gusta ser “pretenciosa”. Yo, ya lo dije un día, querría ser simple y sencilla como una margarita, tener el blog sin ninguna clase de segunda intención... sólo por el placer. Y en realidad, ya es eso... por más pretensiones que tenga, la única cosa que consigo arrancarle al blog es el placer de hacerlo... ni contratos millonarios ni premios internacionales ni una cesta por Navidad... como decía Jane Austen, yo sólo escribo por la fama, sin esperara emolumentos pecuniarios... Y, además, espero no hacerme famosa, porqué hacerse famoso sin ganar dinero con ello me parece el colmo de la imbecilidad... Bueno, ya sabéis que tengo ínfulas de autora de “culto”... (aunque me parece que este concepto ya no está tan de moda como hace diez años...) En fin. Que por tener cuatro pretensiones y aspiraciones que me hagan ilusión tampoco pasa nada... Y desde la micro celebridad que me da el blog sin pretenderlo, me daré el gusto de tener las pretensiones que quiera, por más, que, ya lo sé, escribir un blog no se trate de eso...

viernes, 6 de febrero de 2009

El valor de ir de Copas...

Hasta el año pasado, la Copa era una competición devaluada...

Ahora la juega (y puede ganarla) el barça...

De repente, ha pasado a ser una competición “de un formato interesante”...

miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Madre mía!

El fútbol es como el ajedrez, pero sin dados.”

Lucas Podolski

martes, 3 de febrero de 2009

Placeres...

vista – los colores en un cuadro de Paul Klee
oído – el sonido de la lluvia percutiendo sobre los tejados
olfato – el olor de una rosa por Sant Jordi
gusto – dejar fundir una trocito de chocolate en la boca
tacte – otra piel humana
afato – oír un poema en el interior de la cabeza
imaginación – vivir de la escritura
intelecto – resolver un poema matemático
la voluntad – levantarse por la mañana para ir a trabajar
la memoria – recordar aquel verano sobre la hierba...
... pero, ¿con qué sentido nos sentimos queridos?

lunes, 2 de febrero de 2009

Tierra de promisión

No hace demasiado tiempo, una persona me trataba de “freak literaria”. La gente que coleccionamos (y leemos) libros supongo que podríamos ser calificados des “extraños” o de “muy extraños”. Como mínimo eso es lo que he ido comprobando en mi propia piel durante todos estos años.

Yo, cuando estudiaba primaria, ya coleccionaba libros, aunque entonces no era consciente de ello. Una vez vinieron a casa a hacer un trabajo una compañeras de clase (no digo amigas...). La primera que llegó, cuando vio los libros que tenía, se quedó con la boca abierta, y yo le expliqué con precisión de cirujano los ejemplares que había en el anaquel, recreándome explicando que incluso de unos tenía la “colección completa” (que no eran más de diez libros) El fulgurante resultado fue que cuando llegaron las demás, esta compañera, con una voz llena de envidia, consiguió que todo el mundo se burlase de mí y de mi “colección completa”... ¡Yo, que le había explicado aquello con toda mi buena fe, haciéndola partícipe del secreto del tesoro! Aquel día aprendí muchas cosas de mi misma y de los demás. Sobretodo, aprendí que no es bueno presumir de tener algo ante otro que no lo tiene.

Unos cuantos años más tarde, ya a secundaria, un día acababa de contar mis libros y me había dado cuenta que tenía bastantes... No se me ocurrió otra cosa que explicarlo, y un chico que me gustaba me dijo “¿los cuentas?” con una expresión en la cara que jamás olvidaré, mezcla de sorpresa y asco. Creyó que estaba tarada. Era evidente que él y yo jamás llegaríamos a nada. Y sí, yo de vez en cuando los cuento... (¡ay ay ay!)

Trabajaba con una persona que sé que, si viese los libros que tengo, las “posesiones materiales” de las que soy propietaria, haría de ello inmediatamente objeto de cotilleo, y de aquello tan típico del “¿cómo se las ingenia?” Como si por tener unos cuantos libros hubiera algún misterio más allá de no gastar en casi nada más. Sólo una pequeña parte de lo que ella se gasta restaurantes, ropa, viajes y joyas (yo no gasto en nada de esto), yo me lo gasto en libros, pero a pesar de ello ella continuaría sin entender porqué yo tengo unos libros que ella no tiene, siendo como soy mucho más pobre que ella. Fue espiando sus reacciones cuando me di cuenta que los libros no sólo pueden ser objeto de burla o de extrañeza, sino también de codicia, y de rampiña, y que vale más no abanicar el bistec ante una boca hambrienta. (Esta persona estaba hambrienta de las cosa que pudiesen poseer los demás: el dinero, las joyas, las casas... y porqué no, de los libros. Y no era de ninguna manera una persona pobre o necesitada: al contrario, llevaba un gran ritmo de vida, y de gasto.) Lo que esta persona que trabajaba conmigo jamás hubiera entendido es que acumular libros es la ocupación de una vida, un recipiente que se llena gota a gota, incesantemente, y no una compulsión de las que va un día a la tienda y arrambas con el contenido de todo un anaquel...

Desde que vago por Internet, pero, he leído de gente que tiene hasta diez veces más libros que yo (la envidia me corroe, por supuesto...) Los blogs que hablan de libros son la tierra de promisión de los “freaks literarios”, de los que acumulamos libros, los fotografiamos (sí, sí, también los fotografío...) e incluso (¡tachan!): ¡los leemos! Ojalá hubiera podido darme cuenta antes, que no era la única persona que coleccionaba libros...