Si alguien es observador, se habrá dado cuenta que todas mis ideas sobre la escritura las he sacado de los Diez mandamientos de un escritor, de Stephen Vizinczey, y que todo lo que he escrito sobre el tema son las ideas de estos diez mandamientos regurgugitadas, es decir, estas ideas explicadas con mis propias palabras. No es que le copie intencionadamente o que no tenga ideas de cosecha propia, pero la fascinación por la clarísima y contundente exposición de la primera vez que las leí, se ha convertido, a copia de años y de lecturas, en el convencimiento que este hombre tiene toda la razón. He ido haciendo mías sus ideas a medida que he ido descubriendo que efectivamente, las cosas son así y no de otra manera. No he vuelto a leer nada tan lleno de sentido común como estos diez consejos, y mira que soy devoradora de todos los manuales sobre como escribir habidos y por haber. Y, cuanto más pasa el tiempo, más cosas me dicen y más matices que me habían pasado por alto descubro en ellos. No quiero decir que por haberme aprendido de corazón estos consejos deba convertirme necesariamente en una gran escritora, pero, si que si jamás llegase a algo, es evidente que mucha parte del éxito debería agradecérselo a este texto y al hecho de habérmelo encontrado a tiempo.
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