No sé qué puede parecer de mi deseo de no publicar a toda costa. Quizá parezca que no soy ambiciosa, cuando es justo lo contrario. Una vez leí que, para un autor no consagrado, lo más difícil no es publicar un primer libro: ¡lo realmente difícil es publicar el segundo o el tercero! (Sobretodo si los primeros no han tenido éxito.) No querría por nada del mundo que me pasase eso: publicar una mierdecilla a toda costa sólo para poder decir “he publicado” y quedarme estancada aquí por siempre jamás. Cuando publique, quiero estar segura que lo hago porqué lo que he escrito merece la pena, y una persona que entiende ha decidido arriesgar en ello su dinero pensando que lo podrá recuperar, o sino pensado en el prestigio que ello de le dará, y que eso sea verdad y que haya una posibilidad real de éxito literario basada en la calidad de lo que he escrito, no en mis encantos personales. (Que ya sé que son muchos y variados, comenzando por mi larga melena rubio platino natural... Sé lo que debes estar pensado: ¿posee una larga melena rubio platino natural y no publica? Pues sí, ya ves, poseo una larga melena rubio platino natural (sic) y no publico... qué cosas, ¿eh?) Y que el editor que haya apostado por mis escritos una vez lo pueda volver a hacer porque la primera cosa que publiqué no la publiqué cuando no estaba prepara para hacerlo. No creo que se haya de tener prisa en publicar, y además cuando, hoy en día, con esto de los blogs, pueden desahogarse muchas urgencias comunicativas. De lo que se ha de tener prisa es en aprender a escribir bien, y eso es algo que se aprende sin prisas...
(Aviso para despistados: no fiarse demasiado de eso de la “larga melena rubio platino natural” a la hora de reconocerme... ¡se trata de un recurso literario!)
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