He llegado a un punto en mi evolución como lectora, que ya no me gustan las novelas. Es que no puedo leerlas, simplemente no me interesan. ¡Yo, que havia sido la mayor devoradora de novelas de entre toda la gente que conozco y he conocido a lo largo de toda mi vida! ¿Qué me ha pasado? ¿Me he hecho vieja? Es caso es que eso no sería demasiado grave sino fuera por un pequeño detalle: para ser “escritora”, todavía creo que tengo la obligación de escribir una novela. Es decir, que pienso que debo escribir una novela por el prestigio y la comercialidad que tiene este género; siento que he debo escribir una novela para ser “escritora” de verdad... ¿Cómo se explica esto? ¿Una escritora de novelas que no lee novelas? ¿No parece una contradicción? No sólo lo parece, sino que lo es.
¿Y que leo ahora? Pues, principalmente, poesía y ensayo. La poesía me va muy bien porqué los poemas suelen ser piezas cortas, que se pueden leer de una tirada, incluso releer, no hace falta que te estés demasiado tiempo concentrado, y puedes pasar rápidamente a otra cosa: es la cultura del “click”, aunque lea sobre papel; me doy cuenta que me he vuelto muy impaciente. Cuando tengo ganas de leer un ratito largo, de estar concentrada durante más tiempo, escojo el fragmento del libro de no-ficción que esté leyendo en ese momento, normalmente un capítulo entero. Así, siempre leo trozos autónomos, que pueda empezar y acabar de una sentada. Este es mi régimen de lecturas; ninguna novela desde hace ya bastante tiempo. (Y no cuento como novelas las lecturas medievales sobre Tristán e Isolda y el rey Arturo, aunque son ficción, porque es un material muy diferente a las novelas actuales.)
¿Y que escribo? Pues posts. Fragmentos cortos de no-ficción donde voy al grano y me desahogo, pero que no tienen ninguna supraestructura entre ellos ni están planificados externamente. “La odiosa premeditación de la novela”, lo que da valor a las novelas, está ausente. Tal y como no soy capaz de planificar los posts más allá de a un día vista, tampoco soy capaz de planificar los personajes de una novela, no soy capaz de mover los hilos por detrás, que es lo que ha de saber hacer un novelista. No soy capaz de escribir ni de planificar nada para ser escrito, por ejemplo, a un año vista. Soy muy consciente que, si quiero escribir una novela, he de aprender a planificar, a mover los hilos; y, primero de todo, saber ser consciente de cómo se mueven estos hilos, como están planificadas las novelas buenas... y para ello, claro está, hace falta leer novelas...
Conclusión: me parece que debería revisar mis ambiciones...
¿Y que leo ahora? Pues, principalmente, poesía y ensayo. La poesía me va muy bien porqué los poemas suelen ser piezas cortas, que se pueden leer de una tirada, incluso releer, no hace falta que te estés demasiado tiempo concentrado, y puedes pasar rápidamente a otra cosa: es la cultura del “click”, aunque lea sobre papel; me doy cuenta que me he vuelto muy impaciente. Cuando tengo ganas de leer un ratito largo, de estar concentrada durante más tiempo, escojo el fragmento del libro de no-ficción que esté leyendo en ese momento, normalmente un capítulo entero. Así, siempre leo trozos autónomos, que pueda empezar y acabar de una sentada. Este es mi régimen de lecturas; ninguna novela desde hace ya bastante tiempo. (Y no cuento como novelas las lecturas medievales sobre Tristán e Isolda y el rey Arturo, aunque son ficción, porque es un material muy diferente a las novelas actuales.)
¿Y que escribo? Pues posts. Fragmentos cortos de no-ficción donde voy al grano y me desahogo, pero que no tienen ninguna supraestructura entre ellos ni están planificados externamente. “La odiosa premeditación de la novela”, lo que da valor a las novelas, está ausente. Tal y como no soy capaz de planificar los posts más allá de a un día vista, tampoco soy capaz de planificar los personajes de una novela, no soy capaz de mover los hilos por detrás, que es lo que ha de saber hacer un novelista. No soy capaz de escribir ni de planificar nada para ser escrito, por ejemplo, a un año vista. Soy muy consciente que, si quiero escribir una novela, he de aprender a planificar, a mover los hilos; y, primero de todo, saber ser consciente de cómo se mueven estos hilos, como están planificadas las novelas buenas... y para ello, claro está, hace falta leer novelas...
Conclusión: me parece que debería revisar mis ambiciones...
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