Cuando tenía 20 años, lo que había empezado como un escueto listado de lecturas, se convirtió en mi cuaderno, un apasionado diario donde analizaba con pelos y señales mi vida y mis relaciones con los demás, estos lazos imaginarios que nos determinan.
Diez años después, lo que empezó hace tres como un blog para hablar de libros se ha convertido en un nido de reflexiones personales, y el último paso que me queda por hacer es ponerme a hablar de mis relaciones con los demás, ponerme a hablar de los lazos imaginarios que me determinan.
Parece ser que empezar hablando de libros y acabar hablando de mi misma es mi modus operandi. Parece también que decir la verdad de mis relaciones con los demás me cuesta un poco, y que las que me determinan son unas relaciones difíciles. Para mí, hablar de mis relaciones con los demás es ponerme a crear personajes. Algo que siempre he creído que no podría hacer, y de hecho siempre he evitado hacer, porqué, aunque pretenda que lo que escribo es real, entiendo por el hecho de escribirlo ya se convierte en una transformación de la realidad, porque lo paso por esta criba que es mi visión personal, que seguramente no coincidiría con la de otra persona. Aunque para mí sea real, soy consciente de que se trata de una transformación de mi verdad vivida a mi verdad escrita, y que como tal es personal y discutible. Es decir, soy consciente que puedo crear ficción explicando la verdad, y que en realidad, aunque se escriban las memorias más íntimas y verdaderas, siempre se está creando ficción: es inevitable aliñarlo y dar cuenda a la cometa, a veces. Escribir ficción, aquello que pretendo no saber hacer...
Para intentar reflexionar sobre todo ello, creo este nuevo blog: lazos imaginarios.
Diez años después, lo que empezó hace tres como un blog para hablar de libros se ha convertido en un nido de reflexiones personales, y el último paso que me queda por hacer es ponerme a hablar de mis relaciones con los demás, ponerme a hablar de los lazos imaginarios que me determinan.
Parece ser que empezar hablando de libros y acabar hablando de mi misma es mi modus operandi. Parece también que decir la verdad de mis relaciones con los demás me cuesta un poco, y que las que me determinan son unas relaciones difíciles. Para mí, hablar de mis relaciones con los demás es ponerme a crear personajes. Algo que siempre he creído que no podría hacer, y de hecho siempre he evitado hacer, porqué, aunque pretenda que lo que escribo es real, entiendo por el hecho de escribirlo ya se convierte en una transformación de la realidad, porque lo paso por esta criba que es mi visión personal, que seguramente no coincidiría con la de otra persona. Aunque para mí sea real, soy consciente de que se trata de una transformación de mi verdad vivida a mi verdad escrita, y que como tal es personal y discutible. Es decir, soy consciente que puedo crear ficción explicando la verdad, y que en realidad, aunque se escriban las memorias más íntimas y verdaderas, siempre se está creando ficción: es inevitable aliñarlo y dar cuenda a la cometa, a veces. Escribir ficción, aquello que pretendo no saber hacer...
Para intentar reflexionar sobre todo ello, creo este nuevo blog: lazos imaginarios.
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