Me doy cuenta que, aunque no lo haga adrede, no puedo evitar a veces en mis textos un tono de ironía, cierto deje de recochineo de las cosas en algunos momentos (que no es de todo, ni en todo momento). El problema es cuando quiero ponerme a hablar en serio de mi misma. Si incluso en el post anterior, que para mí ha sido de gestación dramática, no he podido evitar bromear con todo esto de los pies... Eso no es lo que yo quiero trasmitir. Pero me doy cuenta de que este tono de ironía será el que prevalecerá si continuo con los lazos imaginarios. De acuerdo que no tomarse seriamente a uno mismo hay quien lo considera un avance, pero yo no estoy preparada para hablar de las cosas que me han hecho sufrir a la ligera y distanciarme de ellas hasta el punto de ironizar como ironizo normalmente sobre las cosas (que no es siempre, por supuesto). Y veo que es esto lo que acabaría pasado, supongo porqué un tono victimista y demasiado dramático no “cuela”, en el fondo: por más que se haya sufrido, escribir sobre el sufrimiento debe hacerse desde una distancia donde lo que te ha hecho sufrir ya no te duela. Sólo entonces la ironía tendría sentido, y aún no soy capaz de ello. Conclusión: no estoy preparada para hablar de lo que quería hablar, y atraso sine die el principio de este blog, que tengo en la cabeza y he de hacerlo, sí, pero... no encuentro el tono necesario para enfocarlo. Pero tampoco pierdo la esperanza de encontrarlo algún día.
2 comentarios:
A mi me daba la sensación que lo de las sandalias, más que ironía aportaba verosimilitud al texto. Uno de esos pequeños detalles que hacen que los escritos sean reales, que esos momentos de tristeza que narras, vayan más allá del papel. Supongo que todo depende del punto de vista que se adopte.
Besos
No puedes pretender encontrar un equilibrio en un texto, que de a entender con precisión en éste, la forma que tienes de interpretar los signos que te rodean, mediante una herramienta tan difícil de asir, como lo es la creatividad. No importa cuantos blog abras, siempre estarás buscando algo nuevo; es el impulso de tu buen talento que tiene el imperio sobre ti. Persiste en tu empeño por dominarlo.
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