Una de las grandes pasiones de mi vida ha sido la poesía traducida. Sí, ya lo sé, la poesía, según dicen, debe leerse en su lengua original; en toda buena poesía hay elementos como la musicalidad, el ritmo, la rima, que están más allá de lo que puede abarcar la traducción. Pero pueden traducirse las imágenes, las emociones, los sentimientos, la verdad humana. Por todo ello la poesía que yo he leído, más que una poesía de ritmos y sonoridades, es una poesía de imágenes, emociones, sentimientos y verdad humana. Como cazadora de imágenes que soy (las necesito para regurgugitarlas en mis escritos), como persona negada para la música (la oigo y me gusta, pero no tengo ningún tipo de sentido musical), la poesía traducida me proporciona el acercamiento a este elemento tan difícil de definir de la manera que yo soy más capaz de acercarme a él. Más cuando pienso que, si alguien ha pensado que aquel poema en concreto vale la pena de ser traducido, ya ha hecho una primera selección, y el poema tiene más posibilidades de gustarme. Con los años me he dado cuenta que obtengo mejores imágenes de las traducciones que de los poemas originales en catalán (en castellano es un poco diferente), quizá porqué en la traducción, habiendo desnudado el poema de los elementos más vistosos y en los que te fijas primero, quedan sólo los huesos, es decir, las imágenes desnudas. Hoy he descubierto una página que traduce poesía desde unas lenguas minoritarias y lejos de mi alcance, y de autores minoritarios lejos del alcance de los libros que normalmente se traducen; no hace falta decir que me he puesto el babero...
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