sábado, 24 de octubre de 2009

Fumando espero

Yo no fumo pero alguna vez he tenido un cigarrillo entre los dedos. La última vez que fumé fue en una cena de trabajo, de aquellas tan típicas que se celebran en las Navidades. Un compañero de trabajo guaperas me dio fuego (ay, aquellos dedos...) y yo empecé a chupar el cigarro. Pero... pronto me di cuenta que una compañera que fumaba, una de estas personas tan mundanas que saben ir por los sitios, me miraba con una cara de pena... Me di cuenta que le daba pena porqué yo no sabía fumar, no sabía coger el cigarro, no sabía aspirar el humo. Ella se daba cuenta de que yo hacía el ridículo y yo le daba lástima, mucha lástima. Jamás se me olvidará aquella cara. La verdad es que dejé el cigarro enseguida y no he vuelto a fumar nunca más. Si no se sabe no se sabe, tú, tampoco hace falta amargarse la vida por ello. Pero, a veces, cuando cuelgo algún post del que no estoy demasiado segura, me viene a la cabeza la sensación que tuve con aquella compañera mirándome con cara de pena... y pienso en las caras de mis lectores al otro lado de la pantalla, caras que yo no veo. Y me pregunto, si nos viéramos las caras, si pudiera leer en sus caras que estoy haciendo el ridículo publicando en el blog según qué... ¿dejaría de hacer el blog como dejé el cigarrillo? ¿O continuaría escribiendo a pesar de ser consciente que hago el ridículo? La ventaja es que no puedo comprobarlo, y, ojos que no ven...

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