domingo, 21 de septiembre de 2008

El áspid de Alejandría

Una mañana más me levanto temprano y espero la aurora. Esta noche he estado leyendo Antonio y Cleopatra. Me ha interesado bastante, aunque hay trozos complicados y los meandros que dibuja la acción pueden hacerse un poco pesados. No la he acabado de entender. No entiendo porque Cleopatra se suicida por la muerte de Antonio cuando es ella misma quien le ha traicionado... En fin, supongo que es porque mi pobre cerebrito no está preparado para Shakesperare, y que si hiciese otra lectura quizá lo entendería. Algo en lo que me fijo, como futura escritora, es que bien dibujados sólo hay los personajes principales. Que los personajes que los acompañan sólo son voces que les dan la réplica (cada personaje principal tiene su conhorte de voces); quiero decir que puede parecer que hay muchos personajes, pero en realidad la multiplicidad de veces está ordenada según el personaje principal al que contestan. Antonio, César y Cleopatra llevan la voz cantante, y los demás personajes se arremolinan entorno suyo. Bien dibujados, bien individualizados, con voces inconfusibles y no intercambiables, sólo lo son Antonio y Cleopatra. Las demás voces están a su servicio, incluso la de César, a pesar de tener, como a antagonista, un peso importante en la acción. (Ostras, qué bien me ha quedado esto... ¡tal y como me expreso parece que entienda! Con la plática que gasto, alguien que no supiera nada de todo esto podría confundirse fácilmente...) En fin, que creo que se puede aprender mucho de Shakespeare, y lo que más me está gustando es la nitidez con la que está perfilada la estructura de sus obras, tanto en esta como en las otras que he leído últimamente, Romeo y Julieta y La tempestad. El movimiento de los personajes y la sucesión de las escenas tiene algo de matemático, es muy limpio. Claro, es Shakespeare, ¡no sé de qué me sorprendo! Alguien decía que lo que sorprende realmente de Shakespeare es que, a pesar de la cantidad de gente que hay por el mundo diciendo que es bueno, y lo momificado que lo tienen los estudiosos, es bueno de verdad... Pero no es lo mismo que te lo digan o leerlo que darte cuenta por ti misma...

1 comentario:

Anabel Rodríguez dijo...

Nada es igual, salvo que lo compruebes por ti mismo, ni tan siquiera Shakespeare. Pero el famosísimo literato inglés, va a tener que esperar. Yo no doy más de sí. Total un lector más o menos seguro que no se nota.