sábado, 31 de enero de 2009

Bajo presión

La verdad es que poner títulos es algo que no me había preocupado nunca demasiado, lo hago un poco por intuición. Hasta que mi librero (culpable) me ha dicho que sé mucho, de poner títulos, que soy una gran especialista poniendo títulos... ¡y este librero entiende mucho! He de confesar que desde que me lo dijo trabajo bajo presión, quiero mantener el nivel, no fuese que escogiera un título erróneo que me hiciera bajar de mi trono de “reina de los títulos” o que mi librero viese claramente que se ha precipitado haciendo este juicio... La verdad es que escoger un título no me había estresado nunca tanto... Antes ponía el título de pasada, intentaba que me gustase y ni pensaba en ello. Ahora me pongo nerviosa haciéndolo: he de procurar que sea perfecto. ¡Estoy sudado la gota gorda!

La sabiduría necesaria

Hoy, he puesto la radio y he oído la voz de un entrevistado. Sólo por como hablaba, he sabido enseguida que era un hombre que sabía cosas. He continuado escuchado para saber quien era y a qué se dedicaba. ¡Y resulta que es humorista! (Y no creo que eso contradiga en nada mi primera impresión...)

Aprender de los libros sirve para vivir en un mundo de libros. Si quieres vivir en un mundo de gente, debes aprender de la gente. Este había aprendido de la gente.

Frescura y amargura


Cuando empecé a llevar el blog, al menos dos personas me dijeron que mi blog era “fresco”... ¡No sabéis cómo me ha hecho romperme la cabeza esta denominación! ¿Significa que es bueno? ¿Significa que es bueno pero no lo suficiente? Para orientarme un poco, me he ido fijando en otras ocasiones que otras expresiones artísticas... (¿vuelo demasiado alto tratando el blog de “expresión artística”? En fin.) Pues me he ido fijando en otras obras que han merecido el calificativo de “frescas”, para saber más o menos qué quieren decir cuando me dicen que mi blog lo es, y las implicaciones que tiene esta palabra.

Una vez oí que una soprano había hecho un disco de música antigua. El locutor que la entrevistó le dijo que su voz en aquellas canciones sonaba “fresca”, y en principio eso parecía un elogio. Pero me di cuenta que lo había dicho para decir de alguna forma no muy heridora que aquello no sonaba como había de sonar un disco de música clásica según los cánones de aquel mundo... La voz era encantadora, fresca, vivificante, pero no sonaba como la de una soprano “de verdad”. Como mínimo eso me pareció deducir oyendo la entrevista.

Hoy he vuelto a oír que una obra se califica de “fresca”: se trata de Diari d’un soldat de pic i pala (Diario de un soldado de pico y pala). Han dicho literalmente: “no es una obra de calidad literaria, pero es muy fresca”. Una vez más que se usa el concepto de “fresco” para elogiar algo que no puede elogiarse según los cánones... Es decir, que en el fondo es una crítica encubierta, una manera de expresar una verdad negativa sin herir...

Por tanto, cuando me dicen que mi blog suena “fresco”, en el fondo me están diciendo que no suena como debería sonar una obra escrita por un “escritor de verdad”...

A pesar de ello, creo que sería un gran error intentar cambiar la manera de expresarme intentado conseguir que suene más literaria o más “de verdad” (cualquier cosa que eso sea). Creo que escribir es algo muy íntimo, que implica la expresión del yo, y si el yo se expresa de una manera “fresca”, aunque eso signifique que no está a l’altura, se ha de aceptar y no crearse mal rollo con ello. Intentar “maquillar” la expresión genuina creo que podría conducir a resultados todavía más desastrosos... Intentar descubrir por mi misma qué ha de pasarte por la cabeza para conseguir escribir un texto que suene “de verdad” es una cuestión en la que hace años que me trae de cabeza, aunque con pobres resultados, pero creo que si jamás lo encuentro habrá de ser a partir de lo que escribo ahora, de eso “fresco”, no de ningún giro copernicano en mi manera de expresarme...

viernes, 30 de enero de 2009

Expresando el dolor


Yo no seguía la famosa serie Sin tetas no hay paraíso, pero vi una fotografía de la última escena, en la que el pajaro se moría de un tiro con la chica a su lado. La chica llorava desconsolada con los cabellos delante de la cara; parecía triste.

Unos días después, vi en un periódico una fotografía tomada durante la guerra civil en la que una mujer vestida de negro se encontraba arrodillada a la vera del cadáver de un soldado al que se veía claramente ligada. Tenía la boca abierta y la cara se le desencajaba, reflejaba un dolor profundo; estaba devastada.

Supongo que la diferencia entre la expresión de las caras sólo es la diferencia que puede haber entre la realidad y la ficción.

El mercurio que desaparece

Es muy difícil ser original en poesía, hay que tener siempre presente que todo ha sido ya dicho y que todo puede seguir diciéndose.”

“Lo malo es que escribir poemas es una actividad muy asequible, no se necesitan equipos caros, materiales difíciles de conseguir, condiciones climáticas excepcionales, herramientas costosas o espacios especialmente diseñados para una práctica concreta. ¿Quién no tiene a mano un lápiz y un papel, una ocurrencia y una pena, por ejemplo amorosa? Seguramente por eso todos los presentes están repletos de poetas, en cada momento actual los hay a miles, pero a la vuelta de unos años, con todos calvos y mejor con todos muertos, esa nómina ilimitada se queda reducida a un puñado de nombres representativos de una época, un lugar y una lengua. Ya que los poetas no acaban de dominar la disciplina de la criba, está bien que el tiempo y los demás terminen ejerciéndola. También por esto me parece admirable la figura del lector de poesía que no es poeta, público o secreto, individuo de una especie con escasos ejemplares que ha resistido el paso de los siglos contra todas las reglas de la selección natural y el contagio virulento, y ante quien hay que descubrirse.”

“Después de mi primer libro estuve siete años sin escribir un solo verso. Y tras ese tiempo sólo publiqué un cuadernillo con diez poemas. Cuatro años más, es decir, once desde el primer libro, tuvieron que pasar para que saliera el segundo. Y debo decir que, durante todo ese tiempo de sequía absoluta, en ningún momento sentí angustia, preocupación, ansiedad por escribir o miedo por si jamás volvía a hacerlo. No pasaba nada, no importaba, no lo temía. A la poesía no se la convoca ni se la obliga, ni la disciplina ni el empeño, ni las horas dedicadas o las variadas e inexistentes musas pueden nada contra su ausencia. Llega cuando quiere, cuando puede, cuando es necesario, cuando no hay otro remedio.”

“Cuando alguna vez me han preguntado qué haría yo para fomentar el hábito de la lectura, y concretamente el gusto por la poesía, siempre he respondido lo mismo: nada. No todos servimos para todo y, de igual manera que yo no sirvo para correr el maratón, hay gente que no sirve para disfrutar de la literatura. Yo sé que ahí están las calles y las zapatillas deportivas por si quiero lanzarme, ellos saben que ahí están los libros. Nada más. La libertad, la capacidad y la voluntad de cada uno hacen el resto.”

“Me cuesta creer esa afirmación de quien asegura que escribe para sí mismo y que, por lo tanto, no quiere, nunca ha querido, que sus versos sean leídos o escuchados por nadie. Creo, sinceramente, que entonces no escribiría, no se molestaría en pasar al papel ni una palabra. La íntima, secreta, individualista satisfacción de comprobar lo bien que lo ha hecho no lo justifica. Cada uno ya sabe de lo que es capaz, pero a veces necesita que alguien más lo sepa.”

Amalia Bautisa

jueves, 29 de enero de 2009

Yo también le rezo a este

"_ Curiosa postura ¿Qué haces? ¿Yoga? ¿Un tirón en las lumbares?
_ No te hagas el gracioso. Estoy recogido rezando. No molestes.
_ Estoy maravillado. Mi, hermano, el escéptico más precoz del universo y, de pronto, no sólo cree si no que ¡además reza!
_ Sí, alucina, vecina. Largo.
_ ¿Es una nueva moda, es esa corriente neobudista? ¿O la paranoia colectiva de cada final de milenio? ¿O ha despertado en ti la fe ancestral?
_ Vete.
_ Me voy, me voy, pero antes ¿a quién le rezas? ¿Jehová, Yahvé, Brahma, Shiva, Vishnu? ¿O Manitú, Mitra, Orfeo, La Diosa Blanca?
_ Superman.
_ ¡A Superman! ¡Pero si Superman no es un dios, es una invención... Bueno, no es sagrado... es sólo un cómic, papel!
_ Reconforta creer y...
_ ... como es igual que Dios, siempre gana, es inmortal y tiene un archienemigo y también lo puede hacer todo y tampoco hace nada...
_ ambos pasan del hambre, las guerras, la enfermedad y la miseria... se limitan, uno a sus chapucillas heroicas y el otro ni siguiera a sus milagros...
_ Sí...
_ Pero al menos, Superman no tiene nada contra los anticonceptivos, el aborto, la sexualidad, la homosexualidad ni el divorcio, le rezo a él...
_ Beno... Hazme sitio..."

Romeu
Historias de Miguelito - 1994

miércoles, 28 de enero de 2009

Desde los límites de mi mundo

Releeo el microcuento que escribí ayer y se me cae el alma a los pies: ¿de qué hablo? ¿Con qué ilustro lo que quiero decir? ¡Con envases de champú! Se me cae el alma a los pies porqué me doy cuenta de lo limitado que es mi mundo. Aquí se pone en evidencia que siempre estoy encerrada en casa, que no voy a ninguna parte ni conozco a nadie. A mí me gustaría, por ejemplo, ver el desierto y hablar de su inmensidad; o estar en el medio del mar y no ver el horizonte, para saber qué se siente, pero sobretodo, para poder escribir sobre la sensación que se pueda experimentar en un momento así. ¡Eso sí que serían textos interesantes! Y en cambio... Sólo puedo escribir sobre las sensaciones que se tienen al hiper-mega-ultra-super ordenar los chamús en un anaquel... Pero en el fondo, por complejas que sean las circunstancias, soy yo quien lo escoge, eso, soy yo quien pone los límites a mi propio mundo. Circumstancias complejas o muy sencillas, dependiendo como se mire, pero que son la excusa que necesito para no traspasar unos límites que me dan seguridad. Pero... me miro lo que he escrito y pienso... ¿cómo podré ser jamás escritora si mi mundo se acaba en hablar de ordenar champús?

sábado, 24 de enero de 2009

Las tres marías

Una vez, alguien que moderaba un grupo de correo internacional me dijo que, por Internet, si no querían tenerse polémicas, sobretodo entre gente de diferentes países, había tres temas que debían evitarse: el fútbol, la política y la religión.

Me parece que política nunca he hablado. No me interesa.

De religión había hablado alguna vez, cuando leía el libro de Chateaubriand: me trajo problemas. Una persona se sintió ofendida por mi escepticismo y me lo devolvió encontrándome todas las faltas de ortografía que había hecho, y haciéndomelas saber. No es que no me guste conocer las faltas de ortografía que hago, al contrario, me gusta ser consciente de ellas y corregirlas, pero como que también soy consciente que lo hago lo mejor que puedo en este sentido, que me las pasasen por la cara con evidente mala fe y como prueba de mi ignorancia y así rebatir lo que hubiese podido decir en contra de la religión (que tampoco era tan grave), no me gustó nada de nada, francamente.

De fútbol sí que he hablado, pero como lo hago de una manera que podría ser descrita como bastante cínica, sin la pasión del aficionado y del seguidor, ni desde la verdad absoluta de un solo equipo, sino que más bien me acerco al fútbol como fenómeno social, me imagino que es por eso que no me ha llevado problemas, y espero no tenerlos en el futuro, porqué de fútbol continuaré hablando.

Escribo eso porqué se me había ocurrido hacer un post hablando de la vida después de la muerte, ya que el otro día hablé del tema, y de mi descreimiento en este aspecto, pero se me ha ocurrido: ¿religión + Internet? Mala combinación. Lo que yo haría de buena fe como una exposición de mis creencias más íntimas, a alguien podría parecerle un ataque contra las suyas... No es que no crea en la libertad de expresión, pero la libertad de expresión tiene consecuencias, y sé que no estoy dispuesta a aceptar según qué consecuencias por hacerme pasar las ganas de decir lo que me apetezca...

Tendré que ir pensado en escribir sobre alguna otra cosa...

jueves, 22 de enero de 2009

Pobres Go Home

¿Habéis oído esta noticia de un pseudo científico que promete conseguir que vivamos 1000 años? A mí eso me parece lo que mi librero llamaría un palpadinero... Este hombre consigue sacar el dinero a los ricos ofreciéndoles la única cosa que un rico no puede comprar: la inmortalidad. Ya sé, me diréis, él dice 1000 años, no ser inmortal. Pero para alguien que puede vivir como máximo 100 años, ¿será que 1000 años no suenan inconscientemente como la inmortalidad? Porqué, quien os creéis que tendrá acceso a vivir 1000 años, si finalmente se descubre la manera? ¿Los pobres de África? ¿Creéis que lo financiará la seguridad social? ¡Venga ya! Quien tendrá acceso a vivir tantos años serán los ricos, que también son los que ahora se dejan engañar para financiar a este señor. Porqué, para una persona con dinero y poder, ¿qué hay de más injusto que tener que morirse como un palatrejo cualquiera? ¡Es tan injusto! Pobre gente rica, ¿verdad? ¡Tener que morirse como los pobres! En cambio, este pseudo científico se aprovecha de esta humana ambición de perdurar (y del humano miedo) que se da sobretodo en quien ya lo tiene todo para sacar adelante su empresa y hacerse rico, no de aquí mil años, ¡sino ahora! Eso sí, será el más rico del cementerio, porqué ninguno de sus experimentos le salvará de correr la misma suerte que todos nosotros... y no de aquí mil años precisamente...
PD Como aquellos charlatanes medievales que vendían el elixir de la eterna juventud...

martes, 20 de enero de 2009

Listas de escritores a tener en cuenta

Auden, Brodsky, Ajmátova, Ashbery, Zagajewski, Torga, Sarduy y Mandelstam.

Tsvetáieva

(extraído del número 103 -Octubre 2005- del Qué leer – Miguel Dalmau)



Lobo Antunes, Lidia Jorge, Jorge Amado, Mia Couto, Pepetela, Driss Chraïbi, Kanafani, Ismail Kadare, Germano Almeida, Tournier, Makine, Chamoiseau, Benguerel...

Beckett y Dostoievski

Yourcenar

(recomendaciones recibidas como ingredientes para el pastel de cerezas)



Franz Blei, Albert Ehrenstein, Georg Heym, Franz Kafka, Else Lasker–Schüler, Carl Sternheim, Georg Trakl, Robert Walser

(extraído de La edición como género literario, perteneciente a La locura que viene de las nimfas, de Roberto Calasso)

lunes, 19 de enero de 2009

Manjar prohibido

Por culpa de Roberto Calasso llego a un escritor alemán de la generación de Kafka que se llama Georg Trakl. Yo lo compro como poeta y mi librero me dice que suena increíblemente bien en alemán (por cierto, ¡un saludo, librero!), aunque yo sólo lo leeré en traducción. Me he leído su biografía, y me he quedado de piedra: drogadicto, incestuoso, cobarde en tiempo de guerra... ¡qué figura! Yo soy muy formalita, ya lo sabéis. ¿He de hacer ascos a este panorama? ¿Arrugo la nariz desde mi decencia pequeño burguesa? ¡No! ¡Estoy más impaciente que nunca por leerlo! Cómo una persona que está a régimen ante un pastel de chocolate... ¡Esto promete! ¡Trakl, allá voy!

domingo, 18 de enero de 2009

Victorias y derrotas

Ahora oía por la radio la derrota del español. Algo que me llama la atención es el énfasis que ponen los locutores en que eso ha de sacarse adelante, el tono airado con que describen las carencias del equipo... me sorprende porqué... ¿puede hablarse así de un equipo que no sea el barça? Son el español, por el amor de dios, a quien le importa que pierdan o que jueguen mal... ¿qué derecho tienen a poner tanto énfasis? Y en cambio, los locutores se dejan las tripas tal y como hace Puyal hablando del barça... y lo sienten de verdad, y con todo el derecho, además...

Eso me hace pensar que animar a un equipo o a otro es algo bien absurdo. Lo mismo que sienten los del barça por su equipo, que creen ser los mejores del mundo y que fuera del barça no existe nada, lo creen los del español de su equipo, y me imagino que también los del madrid y los de cada equipo del globo. Es el sentimiento primitivo que siente un individuo por los colores de su tribu. ¿Os acordáis de la canción de Lennon? “Imagina que no hay países...” (imagina que no hay tribus, y que las tribus no se hacen la guerra las unas a las otras...) Esoy segura que mucha de esta gente que anima el fútbol con tanta pasión son capaces de decir que es su canción favorita. Muchas veces he dudado que la gente la conozca de verdad, la letra de esta canción, o que si la conocen la hayan comprendido... Ahora, decir que es tu canción favorita queda tan bien... (No es la mía, precisamente. Creo que es una de las canciones más hipócritas y desconocedoras de la naturaleza humana que se hayan escrito...)

Quiero decir que la prueba de que el mundo avanza es que vamos sustituyendo las guerras entre tribus de antaño por enfrentamientos deportivos, el fútbol ha canalizado la violencia inherente en las masas, el instinto de las tribus humanas de hacerse la guerra... No, no despotricaré del fútbol. Hay lugares en el mundo donde todavía se pelean entre tribus, sin partido de fútbol. Ojalá en todos los lugares del mundo lo tuviesen sublimado así, como lo tenemos aquí... En el fondo, interesarse por el fútbol no es signo de incultura, sino de ser bastante civilizado.

martes, 13 de enero de 2009

¿Carnes diformes?

“de la misma manera, cuando vemos cómo las mujeres pueden producir solas unos montones y trozos de carnes diformes, pero que para obtener una buena generación natural, hay que labrarlas con otra semilla”

De la holganza
Michael de Montaigne

Me imagino que con eso debe querer decir que las mujeres tenemos reglas, y que para convertir la regla en un fruto, tiene que intervenir un hombre... hasta aquí muy bien, pero... ¿desde cuando en la regla de una mujer se producen trozos de carnes diformes? ¿Cuantas mujeres debía haber conocido íntimamente, este buen hombre? ¿En qué narices creía que consistía, una regla? Supongo que no se le puede culpar a él, sino a su época, en que estas cosas debían ser mucho más tabú de lo que son ahora...

martes, 6 de enero de 2009

Propósitos de año nuevo

¿Por qué la gente es tan aficionada a hacer propósitos de año nuevo? Yo creo que es porqué el hecho de proponerte algo que querrías cumplir te da una sensación casi embriagadora de controlar tu propia vida. De controlar tus vicios (si quieres dejar de fumar), de controlar tu educación (si te propones aprender inglés) o de controlar tu forma física (si lo que te propones es ir al gimnasio). Es evidente que, aunque una persona sea económicamente independiente, o directivo de una gran empresa (y la mayoría no llegamos a tanto), hay muchas cosas en su vida que no están en sus manos, facetas enteras que están en manos del fluir de la existencia, y que son por definición incontrolables; vivimos en un mundo dominado por la incertidumbre. Hacer un propósito de año nuevo, o más de uno, (aunque a la mañana siguiente ya no te acuerdes de él), te da la sensación de ser capaz de controlar algo, como mínimo aquello, de ser tu quien manda. Es una sensación de poder, aunque el poder sea sólo sobre ti mismo, de control sobre tu propia existencia y nada más; siempre creemos que somos amos de nuestra vida, pero también necesitamos constatarlo, de vez en cuando. Hacer un propósito que pensamos inocentemente que vamos a cumplir nos produce una sensación tan gratificante precisamente por esto.

domingo, 4 de enero de 2009

Aclaración

Mi librero me lo ha aclarado: se ve que una persona puede perder hasta veinte centímetros entre los 50 y los 90 años! Además, el cuerpo de una persona mayor pierde una gran cantidad de agua... ¡Hete aquí porqué los centenarios son todos menudos y delgados!

Ahora la gran pregunta es: ¿puede una persona gordita a los 40 convertirse en una persona centenaria menuda y delgada?

sábado, 3 de enero de 2009

Aspiraciones centenarias

Siempre he pensado que me gustaría llegar a centenaria. Sí, ya lo sé, un poco más y no llego ni a los 25 ni a los 30, y muchas veces he deseado no cumplir más. Pero, pienso, ya que se ha de vivir “a la fuerza”, ¿no sería bonito llegar a cumplir los 100?

Hoy he oído por la radio que ha muerto la abuela más vieja del mundo, con 115 años, y que ahora la persona más vieja del mundo es otra viejecita con 114. He visto personas centenarias por la televisión. La mayoría son mujeres... hasta aquí muy bien, pero... ¿os habéis fijado? ¡La mayoría son menudas y delgadas! ¡Y los hombres centenarios también son menudos y delgados! Conclusión: una persona “entradita en carnes” (como soy yo), ¿puede llegar a centenaria? No, claro que no, lo más probable es que caiga fulminada de un ataque al corazón a los 50 por culpa de llevar una vida sedentaria... Y teniendo en cuenta que en mi parentela no hay nadie que haya pasado de los 85... (eso el que no ha muerto del corazón...) Pues nada, pocas esperanzas me quedan, de llegar a centenaria, francamente...

Eso sí, todas estas personas centenarias que he visto por televisión y he oído hablar me han parecido de una candidez extraordinaria... Como si vivieran en un mundo donde nada los ha herido... Eso me ha impresionado. ¿Es la afabilidad otro requisito, o es que a la fuerza te vuelves así con la edad? ¿No dicen que cuanto más viejos nos volvemos más se nos afinan los defectos?

En fin, centenaria o no, procuraré pasa el tiempo que me quede lo mejor que pueda. Me hicieron prometer que no volvería a intentarlo y no quise prometerlo... Quiero decir que nunca se sabe, es mejor no comprometerse, ni en eso... Pero si me lo preguntasen ahora, me parece que daría una respuesta diferente.

viernes, 2 de enero de 2009

Hojas caducas

Cuando creé El vuelo de la reina de la ruda, lo hice para dar salida a una serie de textos que hablaban de mi enfermedad, entre ellos unos cuantos en los que explicaba el significado de la obra de Kafka para una persona con manía persecutoria. Con el tiempo, pero, el blog ha ido cambiando de rumbo, hasta el punto que del tema que tenía pensado originalmente no he hablado más, y los textos sobre Kafka se han volatilizado. Tenía tres libretas escritas con material que quería publicar como El vuelo de la reina de la ruda; las quemé. Sí, ya lo sé. Lo sé perfectamente...

Las quemé.

No, no me arrepiento. Hay temas que no estoy preparada para tocar, todavía. Quizá más adelante. Mientras tanto, continuaré con El vuelo de la reina de la ruda tal y como es ahora, hablando un poco de todo y un poco de nada en concreto, filosofando con la vida de cada día y soñando que soy escritora. No puedo hacer nada más, de momento. Pero este poquitín de cosa que hago ya me gusta mucho. Lo otro era ir a buscar espinas...

jueves, 1 de enero de 2009

Luis Miguel y yo

Me parece que nunca he dicho en el blog que una vez fui definida por un internauta como “una fanática de Luis Miguel”. Yo no me definiría a mí misma como una fanática de nada, pero si que es cierto que Luis Miguel me gusta mucho. Pero me analizo a mi misma, y no me comprendo. Para empezar me pregunto qué es exactamente lo que me gusta de él... porqué lo que transmite es una ilusión. Quiero decir que este hombre (porqué es un pedazo de hombre, todo hay que decirlo) es un conquistador que cuando acaba con una empieza con otra, y estoy segura que no da abasto, y que, tal y como lo describiría un machista, procurando tener el máximo número de fans satisfechas lleva a cabo un servicio al sector femenino de la sociedad. Hacen cola por él, y, como él es un machote, sabe cumplir. Pero estoy segura que no sabe lo que es esforzarse por una relación, que no sabe nada del sacrificio y el compromiso necesarios para tener una relación duradera. (Bueno, ya sabéis que a mi no me caen bien los conquistadores... ¡Y estoy totalmente en contra que este individuo me guste!) Pero en cambio... cuando empieza a cantar “yo me empiezo a enamorar, no sé tú”, o “o tú o ninguna”, o “tengo todo excepto a ti, y el calor de tus besos”, interpretando tan bien que parece que de verdad sea constante en el amor, se me cae la baba... Sé que es una ilusión, un truco que ha aprendido muy y muy bien, que sabe hacer bien su trabajo, y que con el tipo de vida que lleva él mismo no puede creerse de ninguna manera lo que canta, lo que tan bien interpreta. Pero me tiene el corazón robado. Y aparte de la interpretación o del instinto musical, otro gran mérito suyo es su capacidad para escoger el repertorio. Letras directas a mis más bajos instintos, y a los de cualquier mujer. Se entrega a cada nuevo clásico de amor como si fuese un casto trovador de la edad media que suspira hace veinte años por la misma dama sin ser correspondido (y eso, evidentemente, tratándose de él es una gran mentira... ¿cómo lo hace para transmitirlo tan bien?) No sé. Mi librero dice que a veces las personas queremos ser engañadas. ¡Ay, si seré tontaina!