miércoles, 28 de enero de 2009

Desde los límites de mi mundo

Releeo el microcuento que escribí ayer y se me cae el alma a los pies: ¿de qué hablo? ¿Con qué ilustro lo que quiero decir? ¡Con envases de champú! Se me cae el alma a los pies porqué me doy cuenta de lo limitado que es mi mundo. Aquí se pone en evidencia que siempre estoy encerrada en casa, que no voy a ninguna parte ni conozco a nadie. A mí me gustaría, por ejemplo, ver el desierto y hablar de su inmensidad; o estar en el medio del mar y no ver el horizonte, para saber qué se siente, pero sobretodo, para poder escribir sobre la sensación que se pueda experimentar en un momento así. ¡Eso sí que serían textos interesantes! Y en cambio... Sólo puedo escribir sobre las sensaciones que se tienen al hiper-mega-ultra-super ordenar los chamús en un anaquel... Pero en el fondo, por complejas que sean las circunstancias, soy yo quien lo escoge, eso, soy yo quien pone los límites a mi propio mundo. Circumstancias complejas o muy sencillas, dependiendo como se mire, pero que son la excusa que necesito para no traspasar unos límites que me dan seguridad. Pero... me miro lo que he escrito y pienso... ¿cómo podré ser jamás escritora si mi mundo se acaba en hablar de ordenar champús?

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