miércoles, 30 de septiembre de 2009

Vender botecitos de aire limpio

Los problemas ecológicos son los problemas económicos de la Tierra. La ecología es la economía de la Tierra.”

Aire enlatado
Más allá de la literatura
Heinrich Böll

sábado, 26 de septiembre de 2009

No, si cuando nos ponemos a ello...

El otro día dije que faltaba un gran personaje masculino conocido creado por una mujer... bueno, hay uno, pero aceptarlo depende mucho de si se está dispuesto a aceptar “barco” como animal acuático... ¿Un personaje masculino universal creado por una mujer? El monstruo de Frankenstein. ¿Se acepta o no se acepta?

jueves, 24 de septiembre de 2009

A golpe de machete

Ayer, yendo a tirar la basura, un par de adolescentes, un chico y una chica, se reían de mí. No, no es una paranoia. Yo iba tirando parsimoniosamente cada bolsa en su contenedor correspondiente y ellos, sentados en un banco de la plaza, hacían la correspondiente befa soto voce. Les pregunté si a aquella hora no deberían estar en la escuela. Me dijeron que los miércoles y los viernes no hay escuela por las tardes, en un tono amistoso, ya no de burla. Estaban encantados que me dirigiese a ellos. Pero, no pude resistirme: les espeté en un tono áspero como un zumo de limón “con tantas fiestas, ahora entiendo porqué las criaturas subís cada vez más imbéciles”. Pues sí, les dije eso efectivamente. Continuaré tirando el resto de las bolsas y cuando ya me iba reaccionaron atacando de nuevo con sus burlas, que como soy un poco sorda, ya no pude descifrar. Sé que, si después de preguntarles como era que no estaban en la escuela hubiera sonreído, allí no habría pasado nada, hubiéramos quedado la mar de amigos y aquello hubiera sido el inicio de una pequeña vecindad. Pero tuve que soltar mi mala leche (mi mala leche es legendaria), y ahora seguramente cada vez que vaya a tirar la basura me los encontraré riendo y haciendo comentarios sarcásticos, y además seguramente ya no serán ellos dos solos sino que estarán allí todos los pequeños monstruos del barrio. Eso si no me tiran piedras. Sin querer, he abierto la veda. No hace falta decir que estoy muy orgullosa de mí misma por no haber sabido callarme... Además, me sabe mal porque estoy segura que estas dos criaturas vienen de familias desestructuradas y eso de estar en un banco de la plaza riéndose de los vecinos sólo es un síntoma de sus problemas, una forma de llamar la atención. Les debí haber hecho un poco de caso amistoso o haberme marchado fingiendo que no los oía, sin agredirlos verbalmente. Todos habríamos ganado con ello. Pero fue más fuerte que yo, tuve que decírselo. Y disfruté diciéndoselo, además. ¿Qué se han creído? Pero, pensándolo fríamente, me doy cuenta que este no es el buen camino, sobretodo por el pequeño hecho práctico que la gente se venga. Se debe ser conciliador y poner la otra mejilla, no por una cuestión cristiana, sino por una pequeña cuestión práctica de no buscarse problemas. Pero, con una enfermedad como la mía en que percibo constantemente como la gente me critica y se burla de mí, que lo hagan de verdad y pueda devolver el golpe de verdad es un lujo muy pocas veces a mi alcance. Todavía dudo que debió ofenderles más, si que les tratara de imbéciles o de criaturas... No había pensado en ello, pero yo a su edad ya me creía mayor... Y estoy segura que aunque hagan criaturadas, ya deben de creerse personas mayores. En fin, que la próxima expedición a tirar la basura será como si saliera de exploración por la selva virgen: estaré a merced de las fieras... Y yo, como habéis comprobado, soy un angelito...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Vencida por la revolución y el imperio

Pues sí, tengo necesidad de confesarlo, de dejarlo claro: no, no acabé las Memorias de Ultratumba, de Chateaubriand. Me quedé en el capítulo veinte y pico, cuando empieza a hablar de Napoleón. Yo leía felizmente sobre su juventud, y me gustaba mucho, pero cuando supe que algunas de las cosas que decía se las había inventado... y yo me lo estaba creyendo a pies juntillas... este fue el primer golpe duro que recibió mi concentración. Pero el libro cambió... La cosa iba bien mientras hablaba de manera personal de sí mismo, aunque a veces diese gato por liebre... ahora, cuando empezó con todo esto del poder, que si Napoleón por aquí, que si se fue a Egipto por allá... y empezó a explicar cosas de sí mismo sólo en relación con los cargos que ocupaba... no lo sé, seguramente es porque yo jamás no he tenido ni tendré ningún tipo de poder y el tema no atrae nada... me dio la impresión que se trataba de un libro de historia, y a mí la historia jamás me ha gustado leerla (aunque esté excelentemente escrita). Conclusión: que el libro se me cayó de las manos. Siento que es la especie de lectura que requiere una edad y unas ciertas experiencias, y resulta que yo ni tengo esta edad ni ninguna experiencia mandando... En fin. Que me ha sabido muy mal, pero no he podido acabarlo. Y eso que creo que para una persona que le guste la historia o saber cosas sobre Napoleón o que tenga afán por dirigir algo grande, es un libro indispensable. También alguien con una cierta ambición como lector, alguien interesado en la buena prosa... Estoy segura que el punto en que lo dejo es la mejor parte del libro. A mí me gusta la buena prosa, pero si el tema no tira de mí no puedo hacer nada por continuar leyendo... En fin, que lo guardaré para cuando sea mayor. Estoy segura que entonces seré más capaz de apreciarlo.

martes, 22 de septiembre de 2009

Chaladuras

Parece que esto que yo hago en el blog, de llamar a todas las personas que quiero “mi librero”, es una extraña enfermedad que sólo tiene una sola persona entre muchísimas. Me explico: existe una enfermedad psiquiátrica muy poco común, que incluso tiene un nombre, que consiste en pensarse que las otras personas, todas las otras personas, son la misma persona. Yo no tengo esta enfermedad, evidentemente, eso de llamar a todo el mundo “mi librero” es un recurso literario: aunque en el blog les llame igual, en la realidad no creo en absoluto que todas las personas de mí alrededor sean la misma; pero en el blog eso me va muy bien para mantener más o menos su anonimato y unificarlo. Pero me hizo mucha gracia saber que existía esta enfermedad... A ver si resultará que estoy más tarada de lo que me creo... La escritura y la locura son vasos comunicantes, eso es evidente.

lunes, 21 de septiembre de 2009

La sombra del joven clergiman...

Algo que me gustaría especificar es que, aunque en el blog haya mencionado un par de veces a Katherine Anne Porter (la puse en mi lista de escritoras), yo no he leído ninguno de sus cuentos, que por lo que se ve son extraordinarios. ¿De dónde viene mi admiración, pues? Pues de algo muy sencillo: he leído que es una escritora que ha conseguido crear personajes masculinos de carne y hueso, no sólo fantasías o trasuntos masculinizados de la escritora. Para mí, aunque no lo haya comprobado personalmente, con ello ya tengo suficiente para admirarla, sobre todo cuando a las escritoras se nos acusa de haber creado ningún personaje masculino creíble, contrariamente a tantos grandes personajes femeninos creados por escritores. Además, tengo el libro con sus cuentos en castellano, y tengo intención de leerlo y comprobarlo por mí misma, eso que sus personajes masculinos se aguantan. ¡Sabía que debía haber alguna escritora que lo hubiese conseguido! Ahora todavía falta, pero, un gran personaje masculino conocido creado por una escritora...

domingo, 20 de septiembre de 2009

Puzzle nocturno

Recuerdo haber leído en lugares diferentes que tanto Katherine Anne Porter como Truman Capote tardaron quince años en hacer su aprendizaje en la escritura. Lo que más me sorprendió no fue el largo período de tiempo, que también, sino la coincidencia en la duración en dos escritores al azar que no tenían demasiado que ver el uno con la otra. Me pareció significativo que ambos coincidieran en los quince años, y no creo que la coincidencia fuera sólo azar. ¿Cuándo se tarda en aprender a escribir? ¿Cuándo puedes decir que “has aprendido”? También me viene a la cabeza aquel texto que reseñé al principio de tener el blog que hablaba de “tener las herramientas necesarias para enfrentarse a un texto”. Pienso que aprender a escribir y aprender a leer textos, no sólo a descifrar los signos, sino ver su estructura y como están construidos, y a entender lo que dicen, y lo que se deriva de todo lo que dejan fuera, va muy unido a ser capaz de manipular estas herramientas. ¿Cuáles pueden ser las herramientas necesarias para enfrentarse a un texto? Supongo que todos los que escribimos, sobre todo los que escribimos o hemos escrito sobre libros, presuponemos que poseemos estas herramientas, pero si me hicieran enunciarlas no sabría qué decir. ¿Cuáles son las herramientas con las que yo me enfrento a los textos? Pues, básicamente, la capacidad de repetición. (Me gusta la repetición, según mi librero.) El hecho que me guste repetir la lectura de un texto una y otra vez, y también que me guste todavía más volver sobre mis pasos cuando escribo. La capacidad de repetición es una buena herramienta, pero, ¿cuáles son las demás? La señora Porter decía que todos se había reducido a aprender a confiar en ella misma, y el señor Capote decía que no debía sorprender a nadie que supiera escribir porqué lo había hecho cada día todos los días de su vida desde que tenía 14 años. Dice que para ser escritor sólo hace falta tener algo que decir y decirlo; yo creo que también hace falta saber decirlo. Estoy segura que ya han pasado quince años desde que empecé a escribir para mi misma, sin que fueran deberes de la escuela o redacciones; también estoy segura de haberlo hecho casi cada día de mi vida desde entonces. En este tiempo, he dejado de leer vorazmente para pasar a leer regocijándome, fijándome en los detalles, cuidando de lo que vale la pena de ser repetido. Antes buscaba textos para devorar, ahora busco textos para releer. Sin duda, he evolucionado: he aprendido a confiar en mí misma, el blog me ha ayudado mucho... pero no tengo claro que mi aprendizaje haya terminado. Releer un texto mil veces para pulir los detalles ya lo hice la primera vez que hice una redacción escolar... ¿Qué ha cambiado en todos estos años? Me acuerdo muy bien de aquella redacción: quería expresar una verdad muy concreta pero me pareció demasiado complicada de decir en el poco tiempo y espacio del que disponía, me pareció que quien lo leyera no lo entendería, me pareció que no sabría lo suficiente; opté por una opción que no reflejaba lo que yo pensaba, pero que era la única que era capaz de perpetrar en aquel momento: opté por la simplificación y la verdad establecida. Cuando hice aquella redacción tenía siete años y estudiaba segundo de básica. También recuerdo cuando aquella profesora de escritura creativa puso un interrogante bajo aquella frase mía (he hablado de ello en el blog): quería decir algo, pero me pareció que no se entendería y acabé diciendo otra que quedó confusa. No era capaz de decir lo que realmente quería decir, y opté por la simplificación y la verdad establecida, y además lo hice mal. Cuando escribí aquel texto tenia 21 años y acababa de dejar los estudios. Bueno, ha pasado el tiempo y me parece que finalmente “me he atrapado”: desde que tengo el blog, no he vuelto a tener la sensación de tener que escribir algo más sencillo porqué lo que yo pensaba de verdad me parecería que no se entendería o no era capaz de decirlo; ya no simplifico y he aprendido a expresar mi propia verdad. Ahora tengo 33 años y tiempo para escribir. (Escribiendo para mí misma nunca había tenido la necesidad de simplificar como en los textos que daba a leer a otras personas; ahora, las dos situaciones van al unísono.) Todavía me parece que podría hacerlo mucho mejor de lo que lo hago, pero como mínimo soy capaz de decir lo que quiero decir. Aunque también tengo la sensación de no controlar absolutamente lo que digo, y que a veces los textos dicen cosa que yo no había planificado que dirían: eso me pasa sobre todo con la ironía, que se me escapa sin que yo sea consciente de ello... Paradójicamente, esta vida propia que parecen tener según qué párrafos me he acabado dando cuenta que no empeoran el resultado, aunque me continúan dando miedo; me he atrapado, pero todavía no controlo la brida. Ya no simplifico, pero a veces lo que escribo coge aires inesperados que me sorprenden incluso a mí misma; me gusta ir descubriendo los textos a medida que los escribo, que tenga vida propia más allá de mi control; esta es una de las razones que hace que todavía sea tan emocionante, supongo. Un día mi librero me explicaba unas anécdotas picantes sobre unas amigas, y de golpe me dijo, súbitamente preocupada: “¿no lo explicarás en el blog, esto?”. Tuve que explicarle que en el blog yo no explico cotilleos de segunda mano, sino que sólo hablo de cosas que yo he vivido: “pero si tu no sales de casa”, me dijo. “¿Qué puedes haber vivido tu?”. Pues he vivido –vivo- el aprendizaje de la escritura... En la vida real, me faltan las palabras: hablando he de simplificar más que nunca. En el blog, puedo ser elocuente. Si un día he dejado un texto medio embastado antes de ir a dormir, por la noche sueño que resuelvo un puzzle...

viernes, 18 de septiembre de 2009

Aquello

Ser escritor ha de ser algo más que difamar a familiares, amigos, conocidos y saludados –a uno mismo y el resto de la humanidad- cantando cuatro miserias y cuatro verdades. Pero este algo más que debería pedírsele a un escritor es una cosa que todavía ando buscando...

martes, 15 de septiembre de 2009

Con cuchara y tenedor

Me acuerdo de una vez, en el programa de un famosos cocinero, el cocinero cogía pulcramente las croquetas con el tenedor, pero, el invitado, otro famoso cocinero, en un momento en que el presentador se despistó, cogió la croqueta con los dedos (cosa que a buen seguro le habían dicho que por televisión no debía hacer); el hombre quería disimular y el gesto de coger la croqueta con los dedos fue digno de ser visto.

Explico eso porque yo, al lado de otros bloggers, me siento un poco como si estuviera cogiendo la croqueta con los dedos. La mayoría de blogs que yo leo son asépticos, pulcros, políticamente correctos, positivos, dan una imagen de formalidad de la persona que los escribe, están preocupados por la política y por la lengua, miran las noticias, no dicen nada que no deban decir y que pueda herir a gente de su alrededor, no cuenta intimidades que no vienen a cuento de aquellas que sacan el rubor, no hacen el ridículo y procuran quedar bien; son sinceros, pero es una sinceridad “apta”. Yo, en cambio, me siento extraña pringándome los dedos explicando mis miserias (y más que quiero explicar). Sé que una persona “normal” jamás explicaría lo que yo explico, ni de la manera como yo lo explico, ni nada de lo que quiero explicar, más que nada porqué a una persona normal no le pasan estas cosas, y si le pasaran tampoco las viviría con el dramatismo con el que yo las vivo. Una persona normal tiene una vida sin fisuras, y lo último que hará será explicar por internet estas fisuras. Me siento un poco incómoda explicando lo que explico, a pesar de que mi subconsciente me lo exige, pero, aunque creo que no tendría salsa, a veces me gustaría ser formal como un columnista de periódico, hablar sólo de temas de actualidad ajenos a mi verdad, en una palabras: comerme el blog pulcramente con el tenedor... Pero, por alguna extraña razón, lo que me gusta realmente es meterme en el barro hasta las cejas...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Escenas de mi vida

(por la mañana)

_ ¿Por qué no te recoges el pelo? Con estas greñas pareces una bruja.

(por la tarde)

_ ¿Qué es este moño que llevas? ¡Pareces una abuelita!

(al día siguiente, por la mañana)

_ No deberías lavarte la cabeza tan a menudo. El cabello se estropea. Te quedarás calva.

(por la tarde)

_ ¿Dónde vas con la cabeza tan sucia? El grounge ya no está de moda. Pareces dejada de la mano de dios...

Mañana será otro día...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Conclusión concluyente

Al final, he llegado a la conclusión que, aunque Álvaro no me ame, yo sí que me amo a mí misma. Aunque he de reconocer que me ha costado un poco llegar hasta aquí... más de diez años...
(Sé que hay a quien puede extrañarle que esta persona tenga un nombre diferente en cada blog: no lo hago adrede, pero me doy cuenta que así se simboliza perfectamente su doble cara, su falsedad.)

sábado, 12 de septiembre de 2009

Inmadurez de pico de oro

“La clase de políticos que tiene un país es el reflejo de su sociedad.”

“Hay mucha gente que no quiere cambiar la sociedad, sino que quiere cambiar su posición dentro de ella.”

Nuria Almirall
El internauta

(el nombre no sé si es este exactamente, pero oigo a esta persona hablar por la radio y me doy cuenta que dice cosas que yo pienso, que yo podría suscribir perfectamente en el blog. Dice que es profesora de universidad, pero la voz es de chica inmadura... que está acostumbrada a hablar y a ser escuchada, muchos profesores hablan así, sabe expresarse pero es inmadura como individuo. ¿Cómo es que yo pienso igual que una persona que, por más que sea profesora de universidad, me parece tan inmadura?)

jueves, 10 de septiembre de 2009

El capitalismo es una emoción

"El capitalismo es sólo una palabra para describir una parte de la naturaleza humana, ni siquiera le adjunto un significado. Es simplemente la expresión de una emoción. Somos competitivos y eso está directamente ligado a la supervivencia. Ahora bien, hemos evolucionado, vivimos en el mundo en que vivimos, así que antes se trataba de matar a un animal y comérselo y ahora se trata de hacer lo propio en el mercado de valores. Una cosa buena de los animales es que no van por ahí pensando: 'Oh, ojalá tuviera lo que tiene ese otro animal de ahí delante' [sonríe]. Lo de comparar tu vida con la de otro ser es algo que sólo le puede suceder a los integrantes de la raza humana; es el ego, el hecho de que seamos conscientes de nosotros mismos. Y esa sensación de querer lo que tienen los demás nunca va a desaparecer. Ningún sistema político va a cambiar jamás eso. ¿Que si el cine puede hacer algo al respecto? Te voy a decir algo: las películas no ayudan en absoluto".

Steven Soderbergh
El país
(en el último post hacía una yuxtaposición contradictoria: por una lado, me preguntaba si dejaría de haber ricos y pobres, y por otro, me planteaba si los libros de mi biblioteca continuarían siendo míos. Eso es una contradicción porqué es precisamente la propiedad privada (la posibilidad que los libros puedan ser “míos”) lo que hace que en el mundo haya ricos y pobres. Si se puede tener, siempre habrá quien tenga más. Supongo que, cuando eres pobre, es fácil hacer demagogia y abogar por la igualación entre ricos y pobres; en cambio, cuando tienes algo, aunque sean cuatro librotes, la igualación ya no te interesa tanto. Es decir, seamos sinceros; no se trata de que deje de haber ricos y pobres: se trata de procurar, tú como individuo, de no estar entre los pobres. Cuando consigues eso, estoy segura que todo el interés que pudieras tener en al igualación desaparece. Cuando se menciona la “propiedad privada” siempre me viene a la cabeza el comunismo, que no funcionó. Está bien tener utopías, pero también se ha de tener en cuenta como es la gente en la vida real. Y los humanos necesitamos tener cosas, aunque sean cosas como una incubadora para germinar semillas que nos ocupa la mitad de la encimera de mármol de la cocina y que desde que compramos ya no hemos vuelto a tocar)

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La verdad está en nuestro interior

No hace demasiados días que tuvo lugar en Sitges un congreso sobre inteligencia extraterrestre. Sitges, sede del Festival de Cine Fantástico, creo que es el lugar ideal donde celebrar este tipo de congresos. Según parece, en este congreso se demostraba con pruebas fehacientes la existencia de los extraterrestres (¿?). La verdad es que a mí el tema me interesa bien poco. No creo que existan los extraterrestres, pero si existieran, ¿me darían un buen empleo? ¿O mejor aún, podría vivir sin trabajar? ¿Me ayudarían a pagar una hipoteca? ¿Me recomendarían libros? Yo creo que la gente que espera con impaciencia a los extraterrestres tienen alguna carencia en su vida afectiva que espera solucionar entrando en contacto con estos supuestamente atractivos y simpáticos seres. (No digo que yo no tenga carencias afectivas, pero yo no espero que los extraterrestres me las solucionen.) ¿Os acordáis de la peli Mars attacs, de toda aquella gente que iba a recibir a los extraterrestres con una cartelito de Welcome? ¡Se quedaron a dos velas! Yo creo que sería eso más bien lo que pasaría si es que existieran los extraterrestres y no lo contrario. Todo se reduciría a una cuestión de poder: si los extraterrestres fueran más fuertes que nosotros, nos espoliarían y ens harían hacer lo que ellos quisieran; si nosotros fuesemos más fuertes, los espoliaríamos a ellos. El contacto ideal que reflejaba Star Treck entre dos culturas simplemente intercambiando conocimientos es una utopía. ¿Acaso intercambiaron mucha cultura con los indígenas los conquistadores del Nuevo Mundo? Y para saber que la cosa se reduciría a una expoliación mutua no hace falta saber como son los extraterrestres: es suficiente con saber como somos los humanos. ¿De verdad creéis que si fueran criaturas pacificas querrían saber algo de nosotros? Pero bueno, aceptémoslo, yo no creo en ellos, pero quizá existan. Entonces yo digo: ¿y qué? ¿Y qué? ¿Es que, y qué? ¿Cambia algo esto? ¿Me hará volver rubia? ¿Adelgazaré? ¿Encontraré a alguien que me quiera? ¿La sociedad humana dejará de ser una sociedad jerarquizada en que unos están encima y otros debajo? ¿Dejará de haber ricos y pobres? ¿Los libros de mi biblioteca continuaran siendo míos? Yo creo que, antes de buscar efecto y vida inteligente en el exterior, deberíamos solucionar los problemas que tenemos aquí, y, antes que nada, antes de plantearnos si hay vida inteligente en el universo, lo que deberíamos hacer es asegurarnos de que hay realmente vida inteligente en nuestro planeta.

martes, 8 de septiembre de 2009

La aventura interior

Helen Hanff decía que no leía novelas porqué no le interesaba saber cosas que no han pasado a gente que no ha existido. Mi problema con las novelas es la acción. Me aburre la acción. Encuentro que la “acción” es para la vida real, de los libros me interesan más los razonamientos. No me interesa tanto saber qué ha pasado, ni verlo pormenorizado, sino como ha afectado aquello a la persona que lo ha sufrido, las consecuencias que tiene aquello en su vida y las conclusiones que saca aquella persona de aquella experiencia; no el trauma, sino la superación del trauma. Me interesa más la vida interior que la exterior; no tanto los hechos, sino los pensamientos, los razonamientos, las reflexiones. Y eso, que es lo que me gusta encontrar cuando leo, me parece que también es lo que me acaba saliendo cuando escribo: la plasmación de la aventura interior.

lunes, 7 de septiembre de 2009

El día que puedan vendernos mierda a precio de oro

En el último post discutía la forma. En este discutiré el contenido del libro del Sr. Pollan, El detective en el supermercado. Él dice que los alimentos baratos, una característica de nuestra época, que son producidos industrialmente, refinados y procesados, son malos para la salud. Eso es cierto. Pero lo que parece que esté a punto de decir y que no llega a decir es que gracias a los alimentos baratos de baja calidad se alimenta a mucha más gente. Que cuando los alimentos no eran tan refinados y procesados, y eran mejores para la salud, la mayoría de gente pasaba hambre. La mayoría de gente que había en el mundo, en nuestro mundo, no tenía acceso a aquellos alimentos no refinados ni procesados que eran tan buenos para la salud. Lo que quiero introducir es el mismo concepto de que hablé cuando dije que cuando vota todo el mundo, votar no tiene ningún valor. Cuando debe alimentarse a mucha gente que no puede pagar demasiado por los alimentos, los alimentos son de baja calidad. Si viviéramos hace doscientos años no comeríamos estos alimentos no refinados ni procesados mejores para la salud de los que comemos ahora, eso lo harían los ricos: los pobres, los asalariados, pasaríamos hambre. O sea que sí, tiene razón, comemos mierda. Pero lo que no dice es que si no nos dieran mierda (digo las grandes compañías agroalimentarias, no ningún poder fantasma), pues digo que si no fuera tan rentable que nos dieran mierda, no nos darían nada; passaríamos hambre. Sólo celebro que la humanidad haya sido capaz de evolucionar hasta el punto que haya clases de pobres que coman tres veces al día.

(En el fondo, deberíamos estar agradecidos del hecho que pongan a nuestra disposición montones de alimentos baratos que pueden provocarnos cáncer y colesterol. Esta idea de que los humanos de clase baja tenemos derecho a tener una vida larga y sana es una idea estrambótica que no sé de donde debe haber salido y que no entiendo como han permitido que se le metiera en la cabeza a la gente... la gente no rica, quiero decir)

(Una vez, en un congreso de inventores, un abogado experto en propiedad intelectual dijo: “puedo ayudar a cualquiera a explotar su invento mientras no esté relacionado con ninguna de estas áreas: alimentación, automovilística, o farmacia. ¿Alguien tiene alguna idea de por qué dijo esto? ¿Cómo se relaciona esta frase con el resto del post?)

domingo, 6 de septiembre de 2009

Paradojas

Me miro los agradecimientos del libro que citaba de Michael Pollan, El detective en el supermercado, y me doy cuenta que no sólo la idea de hacer el libro no ha salido de él, sino que todo el ingente y farragoso trabajo de documentación se lo ha hecho una alumna suya. Supongo que esta es la manera de hacer libros que yo criticaba hace días en este post y este, y que yo decía que jamás produciría un longseller. Bien, es evidente que este libro, de momento, ya es un best-seller, y creo que tiene muchas posibilidades de ser longseller, por las verdades que pone al descubierto. ¿Cómo es posible? Bien, me parece que no sé lo suficiente sobre el tema como para responder a esta pregunta. La única explicación que puedo apuntar es que este buen hombre sabe redactar muy bien sobre materiales preexistentes. El mismo dice que este libro es un esfuerzo de síntesis. Dice algunas cosas en las que no estoy nada de acuerdo, pero en general tiene mucha razón, y además, consigue hacer que te mires una lata de refresco o un paquete de galletas con otros ojos. Incluso el pan. Ahora, este libro ha sido “planificado” por una sola persona, no sé si por él o por alguno de sus editores; los detalles de la ejecución son los que han sido encargados a diversas personas. “Donde no llegue el talento...” Bien, pues sí, parece que debo tragarme mis palabras, parece que eso de hacer libros por el método frankenstein (o sea el de juntar trozos) puede funcionar, como mínimo para no-ficción. A pesar de ello, continuo pensando que yo no quiero ser este tipo de escritora. No quiero ser el tipo de escritora a quien otra persona “planifica” lo que ha de redactar. ¡Quiero planificarme yo a mí misma!

sábado, 5 de septiembre de 2009

Leche desnatada: engaño con pedigrí

Con mucha frecuencia la ciencia de la alimentación se esfuerza en hacer más nutritivos los alimentos tradicionales, y lo que consigue es hacerlos mucho más complicados, pero no necesariamente mejores. Para que los productos lácteos sean bajos en grasa, no es suficiente con quitarles la grasa. Luego hay que procurar mantener el cuerpo o la textura cremosa añadiendo todo tipo de aditivos. En el caso de la leche desnatada, eso normalmente supuso añadirle leche en polvo. Pero la leche en polvo contiene colesterol oxidado, que los fabricantes de alimentos a veces compensan añadiendo antioxidantes, complicando aún más lo que era un simple alimento entero de un solo ingrediente. Además, la quitar la grasa, a nuestro organismo le resulta más difícil absorber las vitaminas solubles en grasa, que constituyen una de las razones para tomar leche.”

El detective en el supermercado
Michael Pollan

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Broma de bar

No querría frivolizar, es un tema muy serio, y no está bien hacer broma de él, pero... así como hay mujeres atrapadas en un cuerpo de hombre (y hombres atrapados en un cuerpo de mujer) creo que yo ya he descubierto cual es mi problema: soy una persona rica atrapada en el cuerpo (y la vida) de una persona pobre... no sé, quizá en el futuro también lo operaran o lo trataran, esto...

martes, 1 de septiembre de 2009

El arte del intercambio

Yo siempre había creído que estudiar economía no era cosa de artistas: preocuparse tanto por el dinero, puaj... suena incluso vulgar. Además, había conocido a un par de personas que estudiaban economía y su única aspiración en esta vida era entrar a trabajar en un banco; no es algo que excitara demasiado mi imaginación de artista romántica, precisamente. (Los bancos son el enemigo.) Junto con derecho, la economía me parecía una de las carreras más aburridas, el tipo de carrera que yo nunca estudiaría.

Pero desde que escucho tanto la radio, y, porqué negarlo, desde que estalló la crisis, empiezo a pensar de manera diferente. La primera cosa que me hizo cambiar de opinión fue una entrevista a una profesora de música de la universidad de París: dijo que, antes de dedicarse a la música, había estudiado economía para “saber como funcionaba el mundo”. Eso me sorprendió mucho. ¿Desde cuando estudiar los movimientos del capital era “saber como funciona el mundo”? Yo, para saber como funciona el mundo, hubiera estudiado psicología, o biología, o incluso antropología, cosas que me permitieran saber como es el ser humano. Pero ella escogió economía... Y es evidente que, en un mundo donde has de poder intercambiar dinero para sobrevivir, quizá no iba tan desencaminada: las personas somos animales, sí, pero hechas para el intercambio; no todo es amar y las relaciones interpersonales, tal y como yo creía. Esta fue la primera vez que me miré la economía con otros ojos. Además eso lo decía una música, una artista, no una directora de banco.

Cuando estalló la crisis, florecieron en la radio las secciones dedicadas a la economía en todos los programas. Ya sé que el nivel es muy divulgativo y no da idea alguna de lo que representa el farragoso estudio auténtico de los librotes de economía, pero me picó el gusanillo. Ahora me gusta mucho seguir todos los programas de economía, aunque sospecho que la economía radiofónica tiene un poco de astrología culta y no es nada demasiado serio, pero el tema me interesa: estoy empezando a pensar que, si tuviera  que estudiar ahora, quizá escogería economía...