martes, 2 de junio de 2009

Indignación y consideración

¿Qué qué pienso de este texto que he publicado? Es un texto que, aunque me haya impactado, no me ha sorprendido. Era de imaginar que muchos libros se parían así, ya me lo dijo un comentarista del blog hace tiempo... Son libros que, como los libros de Sant Jordi, están pensados ex profeso para gente que no lee... Como mínimo puedo decir con orgullo que yo no compro libros de estos... Y no es que lo sepa: “mira, este libro ha sido hecho así”. No. Es que sé quienes son los autores que no lo hacen así. Por el camino puede ser que me pierda alguno que vale la pena y que se escapa, claro, pero jamás me endosaran un libro para “gente que no lee”. (Como mínimo de ficción, porque ahora mismo recuerdo que me compré el libro de Bassat, y...) Y no digo que no sea legítimo que existan estos libros; al fin y al cabo, porque estos son un negocio puede haber espacio para los otros, eso ya lo he dicho muchas veces. Pero, a pesar que sepa que si existen debe ser por algo, me continúan sulfurando, y pienso que que se hagan cosas como estas es un insulto a la inteligencia de los lectores. Pero se hacen, y son un negocio. Como mínimo durante unos meses: no creo que ningún libro de estos pueda convertirse en longseller... Y estoy segura que muchas veces se los tienen que comer con patatas... Me parece que es aquel modelo de negocio basado en vender muchos ejemplares durante un periodo corto de tiempo (cuando el libro es novedad) y nadie espera nada más allá. Yo tenía entendido que este modelo de negocio se hacia con pastillas para adelgazar entre las clases humildes en los países subdesarrollados, que se hace mucha propaganda y se pone de moda y todo el mundo se lo compra y cuando se ve que no funciona todo el mundo ya se lo ha comprado. Vendría a ser algo así... Siempre me había dado miedo, a mí, eso, escribir un libro y enviarlo a una editorial y que me lo rehicieran. Me daba miedo tanto por si consideraban que estaba mal escrito como por si consideraban que no era suficientemente “comercial”. Ahora, con el blog, eso ya no me da miedo, porqué publico exactamente lo que yo quiero, con mis propias limitaciones, y todo el mundo sabe como escribo y hasta donde puedo llegar, o sea que ya no sería posible para una editorial publicar un texto mío “manipulado”. (Claro que quizá debería hacer que alguien me corrigiera las faltas...) La ortografía no hace el talento, yo siempre la había menostenido, pero me doy cuenta que si se aspira a ser legible se ha de cuidar la presentación, y la presentación incluye repasar las faltas. Repasar las faltas es una manera de ser educado con el lector... Pero un texto sin faltas de ortografía no es tampoco necesariamente un buen texto, aunque tiene más probabilidades de serlo, eso debo reconocerlo; y, además, a mí también me gusta más leer los textos sin faltas. Supongo que el dominio de estas cosas constituyen aquello que llaman “la competencia” del escritor. Y a mí me gustaría ser más competente de lo que soy en este aspecto. Pero, en cuestiones de estilo, no permito que nadie se meta, aunque sé que también tengo mis limitaciones, y que más de una vez me hayan dicho que debería consultar un corrector de estilo; prefiero hacerlo más toscamente, pero a mi manera, antes que otra persona meta la nariz. Ahora, algo sí que me ha quedado clara: si el mundo editorial funciona así, me parece cada vez más claro que ir a una editorial con mi ejemplar bajo el brazo no es mi camino, aunque lo haya hecho en el pasado. Y, otra cosa, la manera como la autora en este texto ha accedido a “publicar” casa mucho con todo aquello que yo expliqué de los cursillos de escritura creativa, que todo se basaba en el amiguismo y en conocer a la gente adecuada. (En el “si eres amigo mío puede ayudarte”.) Poderoso caballero es Don Dinero. Y además, sé exactamente de quien debería hacerme amiga si quisiera publicar por encima de todo. Ya digo, nunca puede decirse de esta agua no beberé, pero de momento este no es mi camino. Por no hablar de que no creo que esté preparada para publicar nada, todavía.

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