martes, 15 de septiembre de 2009

Con cuchara y tenedor

Me acuerdo de una vez, en el programa de un famosos cocinero, el cocinero cogía pulcramente las croquetas con el tenedor, pero, el invitado, otro famoso cocinero, en un momento en que el presentador se despistó, cogió la croqueta con los dedos (cosa que a buen seguro le habían dicho que por televisión no debía hacer); el hombre quería disimular y el gesto de coger la croqueta con los dedos fue digno de ser visto.

Explico eso porque yo, al lado de otros bloggers, me siento un poco como si estuviera cogiendo la croqueta con los dedos. La mayoría de blogs que yo leo son asépticos, pulcros, políticamente correctos, positivos, dan una imagen de formalidad de la persona que los escribe, están preocupados por la política y por la lengua, miran las noticias, no dicen nada que no deban decir y que pueda herir a gente de su alrededor, no cuenta intimidades que no vienen a cuento de aquellas que sacan el rubor, no hacen el ridículo y procuran quedar bien; son sinceros, pero es una sinceridad “apta”. Yo, en cambio, me siento extraña pringándome los dedos explicando mis miserias (y más que quiero explicar). Sé que una persona “normal” jamás explicaría lo que yo explico, ni de la manera como yo lo explico, ni nada de lo que quiero explicar, más que nada porqué a una persona normal no le pasan estas cosas, y si le pasaran tampoco las viviría con el dramatismo con el que yo las vivo. Una persona normal tiene una vida sin fisuras, y lo último que hará será explicar por internet estas fisuras. Me siento un poco incómoda explicando lo que explico, a pesar de que mi subconsciente me lo exige, pero, aunque creo que no tendría salsa, a veces me gustaría ser formal como un columnista de periódico, hablar sólo de temas de actualidad ajenos a mi verdad, en una palabras: comerme el blog pulcramente con el tenedor... Pero, por alguna extraña razón, lo que me gusta realmente es meterme en el barro hasta las cejas...

1 comentario:

Ferragus dijo...

En esto tienes mucha razón.
No se logra disfrutar tanto de la comida, que cuando nos ayudamos de nuestras simples manos.