jueves, 24 de septiembre de 2009

A golpe de machete

Ayer, yendo a tirar la basura, un par de adolescentes, un chico y una chica, se reían de mí. No, no es una paranoia. Yo iba tirando parsimoniosamente cada bolsa en su contenedor correspondiente y ellos, sentados en un banco de la plaza, hacían la correspondiente befa soto voce. Les pregunté si a aquella hora no deberían estar en la escuela. Me dijeron que los miércoles y los viernes no hay escuela por las tardes, en un tono amistoso, ya no de burla. Estaban encantados que me dirigiese a ellos. Pero, no pude resistirme: les espeté en un tono áspero como un zumo de limón “con tantas fiestas, ahora entiendo porqué las criaturas subís cada vez más imbéciles”. Pues sí, les dije eso efectivamente. Continuaré tirando el resto de las bolsas y cuando ya me iba reaccionaron atacando de nuevo con sus burlas, que como soy un poco sorda, ya no pude descifrar. Sé que, si después de preguntarles como era que no estaban en la escuela hubiera sonreído, allí no habría pasado nada, hubiéramos quedado la mar de amigos y aquello hubiera sido el inicio de una pequeña vecindad. Pero tuve que soltar mi mala leche (mi mala leche es legendaria), y ahora seguramente cada vez que vaya a tirar la basura me los encontraré riendo y haciendo comentarios sarcásticos, y además seguramente ya no serán ellos dos solos sino que estarán allí todos los pequeños monstruos del barrio. Eso si no me tiran piedras. Sin querer, he abierto la veda. No hace falta decir que estoy muy orgullosa de mí misma por no haber sabido callarme... Además, me sabe mal porque estoy segura que estas dos criaturas vienen de familias desestructuradas y eso de estar en un banco de la plaza riéndose de los vecinos sólo es un síntoma de sus problemas, una forma de llamar la atención. Les debí haber hecho un poco de caso amistoso o haberme marchado fingiendo que no los oía, sin agredirlos verbalmente. Todos habríamos ganado con ello. Pero fue más fuerte que yo, tuve que decírselo. Y disfruté diciéndoselo, además. ¿Qué se han creído? Pero, pensándolo fríamente, me doy cuenta que este no es el buen camino, sobretodo por el pequeño hecho práctico que la gente se venga. Se debe ser conciliador y poner la otra mejilla, no por una cuestión cristiana, sino por una pequeña cuestión práctica de no buscarse problemas. Pero, con una enfermedad como la mía en que percibo constantemente como la gente me critica y se burla de mí, que lo hagan de verdad y pueda devolver el golpe de verdad es un lujo muy pocas veces a mi alcance. Todavía dudo que debió ofenderles más, si que les tratara de imbéciles o de criaturas... No había pensado en ello, pero yo a su edad ya me creía mayor... Y estoy segura que aunque hagan criaturadas, ya deben de creerse personas mayores. En fin, que la próxima expedición a tirar la basura será como si saliera de exploración por la selva virgen: estaré a merced de las fieras... Y yo, como habéis comprobado, soy un angelito...

1 comentario:

Ferragus dijo...

“Y ahora ¿Qué estáis celebrando chavales?” Les diría con una sonrisa la próxima vez.