domingo, 6 de septiembre de 2009

Paradojas

Me miro los agradecimientos del libro que citaba de Michael Pollan, El detective en el supermercado, y me doy cuenta que no sólo la idea de hacer el libro no ha salido de él, sino que todo el ingente y farragoso trabajo de documentación se lo ha hecho una alumna suya. Supongo que esta es la manera de hacer libros que yo criticaba hace días en este post y este, y que yo decía que jamás produciría un longseller. Bien, es evidente que este libro, de momento, ya es un best-seller, y creo que tiene muchas posibilidades de ser longseller, por las verdades que pone al descubierto. ¿Cómo es posible? Bien, me parece que no sé lo suficiente sobre el tema como para responder a esta pregunta. La única explicación que puedo apuntar es que este buen hombre sabe redactar muy bien sobre materiales preexistentes. El mismo dice que este libro es un esfuerzo de síntesis. Dice algunas cosas en las que no estoy nada de acuerdo, pero en general tiene mucha razón, y además, consigue hacer que te mires una lata de refresco o un paquete de galletas con otros ojos. Incluso el pan. Ahora, este libro ha sido “planificado” por una sola persona, no sé si por él o por alguno de sus editores; los detalles de la ejecución son los que han sido encargados a diversas personas. “Donde no llegue el talento...” Bien, pues sí, parece que debo tragarme mis palabras, parece que eso de hacer libros por el método frankenstein (o sea el de juntar trozos) puede funcionar, como mínimo para no-ficción. A pesar de ello, continuo pensando que yo no quiero ser este tipo de escritora. No quiero ser el tipo de escritora a quien otra persona “planifica” lo que ha de redactar. ¡Quiero planificarme yo a mí misma!

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