lunes, 22 de junio de 2009

La razón de Cassandra

Algo que suele pasar mucho con los escritores consagrados (eso pasa en un grado extremo con Borges) es que los estudiosos y los simples aficionados lo momifican. Es decir, que se ponen a estudiar cada pedo que se tiró. Pasa con Borges, pasa con Keats, pasa con Kierkegaard, pasa con Jane Austen. Reconozco que yo había maldecido a Cassandra, la hermana de Jane Austen, por haber quemado muchas de las cartas en que esta desnudaba su vida privada: ahora pienso que Cassandra tuvo razón en hacerlo; seguramente había cosas en aquellas cartas en las que nadie tenia porqué meter la nariz. A pesar del que en el pasado yo haya participado en uno de estos grupos de “momificación” (el de Jane Austen, por ejemplo), ahora no estoy de acuerdo con esta manera de hacer. Un escritor es la obra que nos legó; está bien estudiarla y quizá interesarse un poco por las circunstancias en que fue escrita, que muchas veces, no digo que no, pueden aportar nueva luz, y es evidente que hay muchos escritores que veríamos muy diferentes si no supiéramos nada sobre su vida, pero, lo importante es la obra, analizar la obra, estudiar la obra (o simplemente leerla si no damos para más), y no la idolatría del personaje. También digo eso porqué querer saber cosas sobre un escritor que te gusta puede obligarte a tragarte muchos libros malos sólo porqué hablan del tema. No estoy de acuerdo con ninguna excusa para leer libros malos, o mirar pelis malas, sólo porqué mencionan vagamente aquel personaje que nos interesa o su obra. Si nos interesa el personaje, de hecho, es por la obra que dejó: es eso a lo que se le debe saltar a la yugular. Un cuento que ilustra muy bien este tema es Queremos tanto a Glenda, de Julio Cortázar, que creo que es un retrato demoledor y llevado hasta unas últimas y extremas consecuencias de lo que puede llegar a ser el fenómeno fan. Entendámonos, yo estoy de acuerdo con la sana admiración y en pasarlo bien con todo eso compartiéndolo con los demás, pero no estoy de acuerdo con la momificación. Poniéndonos puristas, podríamos decir que la idolatría es pecado, y francamente, hay pecados mucho más interesantes.

1 comentario:

Anabel Rodríguez dijo...

De este post me voy a quedar con dos frases "se ponen a estudiar cada pedo que se tiró" y "Poniéndonos puristas, podríamos decir que la idolatría es pecado, y francamente, hay pecados mucho más interesante", tras leerlos, y sin incurrir en idolatría no puedo por menos que reir un poco y quitarme el sombrero.
Besos