domingo, 7 de septiembre de 2008

Escribir con el corazón

En julio del 2006, escribí esto en el Blog de una lectora:

“Ahora hace unas semanas, leí un texto que hablaba de escribir con el corazón. Es curioso como han pasado las semanas y continuo pensando en él. ¿Escribo con el corazón, yo? Y por más que me rompa la cabeza pensando en ello, siempre llego a la misma conclusión: yo escribo con la cabeza. Soy una persona muy cerebral, me gusta controlar lo que escribo. Hay cosas que con el corazón las escribiría pero ante las que la cabeza me dice no: no, no y no. Y se quedan en no. Con el corazón, este blog ya haría tiempo que se habría desbocado; me habría puesto a hablar de ciclismo, de música clásica, de la radio, del Barça, de cierto actor que me gusta mucho, de la gente que conozco, de cómo partir el átomo... Pero la cabeza me dice no, y es no. Sólo libros. Y eso ya es suficiente y demasiado. Leer sí que lo hago con el corazón, con la medula, con el tuétano. Pero escribir... debo admitirlo: eso lo hago con la cabeza.”

Es curioso por qué con la perspectiva que da el paso el tiempo me doy cuenta que el Blog de una lectora se me debocó, que bien pronto me puse a hablar de todo-tema-que-se-retorciera y fui arrinconando los libros. Nunca puede decirse de esta agua no beberé... De todos modos, a pesar de que la temática se me haya desbocado, creo que continuo escribiendo con la cabeza: controlo mucho lo que publico. Y aunque la reina de la ruda me parece una materia demasiado íntima para ser escritura seria, y yo siempre he querido ser una escritora seria, entiendo que si me lo propusiera todavía podría hacer más el ridículo. Por tanto, miro de controlar lo que publico. O como mínimo me gusta creerlo, que lo controlo, y aunque me encanta el streap-tease, comprendo que con el tiempo deberé aprender a no decirlo todo, a dejar un espacio a la imaginación; a ser misteriosa. De todos modos, yo siempre he sido prosaica como un saco de patatas, y me parece que esto no tiene remedio...

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