lunes, 9 de marzo de 2009

Natanueces

Hay días de una belleza precisa y exacta en que las cosas tienen toda la realidad que deben tener” (y cito de memoria). Se trata de un verso de Pessoa que siempre me viene a la cabeza cuando soy feliz. Pero otros días... otros días, la mayoría de días, no es extraño sentirme rodar cuadrado por este mundo, sentir que no acabo de encajar en ninguna parte, sentir que los últimos posts que he escrito son ridículos, y que me dan vergüenza. Si pudiera evitarlo, no escribiría. Me siento muy incómoda diciendo según qué tonterías que me ponen en evidencia, ¡como si fueses quien sabe qué y tuviera nada importante que decir! Si pudiera evitarlo...

Pessoa también dice que escribir no es una ambición suya, sino que es su manera de estar solo. Tiene razón, eso lo he comprobado en mi propia piel. Para escribir hace falta estar solo, pero puedes escoger estar solo y escribir pudiendo estar acompañado; pero, si a la fuerza debes estar solo, escribir acompaña mucho. Escribir es mi manera de estar sola, pero me doy cuenta que mucha otra gente antes que yo y mucha otra gente después han aprendido a estar solos de esta manera; los libros que me acompañan y habitan mi soledad son los frutos de esta experiencia con tantas otras personas... También aprendieron a estar solos escribiendo, y a destilar la compañía imaginaria de las palabras como un néctar.

Lo único que quiero decir es que... poder escribir me salva de mucho. Pero me parece que ya lo había dicho alguna otra vez, y seguro que no soy la primera en constatarlo. Poder escribir me salva, incluso de mi misma y de este cascanueces que tengo en la cabeza y que no descansa nunca: las nueces, a mí me gustan con nata; aquello escrito es la pulpa con la nata... pero, para conseguirlo, he de tragarme muchas cáscaras con sus aristas punzantes; las aristas punzantes son la realidad, las paranoias, el mundo fuera de la escritura. Las nueces, a mí me gustan con nata, dulces, pero, a veces, demasiado a menudo, el cascanueces sólo escupe cáscaras.

2 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Escribir nos salva a todos un poco. No te sientas tan sola. Escribir no debe atormentarnos, sino ayudarnos. Por cierto, las gárgolas censoras son las mayores proveedoras de cáscaras.
Besos

Ferragus dijo...

Lo que es a mí, me encanta lo que escribes. El sentido espacial y de ritmo que logras a través de tus escritos, es la mejor muestra que el acto de escribir, más allá de nuestras cuitas, debe ser un acto de honestidad. La libertad de tu alma, es evidente.