lunes, 8 de junio de 2009

Desde la barrera

He escuchado por la radio que, con la proliferación de la actividad de fumar porros entre los jóvenes, precisamente los hijos de los hippies de los 70 que no lo ven con malos ojos, estas criaturas serán susceptibles de sufrir trastornos psiquiátricos graves en el futuro, cuando sean mayores. Me hace mucha gracia que el “castigo” que espera a estos infractores de las normas sea la misma enfermedad que tengo yo, yo que jamás me he drogado. Y no me drogado precisamente porqué en el instituto estaba “aparte”; los enrollados se iban a fumar porros a escondidas, algo de lo que los marginados y los empollones estábamos excluidos. Ahora, la gente de mi edad que es enrollada y tiene algún dinerillo, va a fiestas y discotecas donde se esnifa, se fuma y se toman pastillas; no son drogadictos, es simplemente gente enrollada e integrada en al sociedad que sabe “pasarlo bien”. Precisamente a mí nunca me han ofrecido droga porque ya se ve a treinta leguas que no estoy en la onda, que no estoy integrada en el mundo que me rodea. Tampoco es que crea que empezar a tomar drogas ahora, a mis treinta y pocos, habría de irles demasiado bien a mis paranoias. (Digo paranoias en el sentido psiquiátrico, no en el sentido de pensamiento ocurrente con el que se usa a veces “paranoia” en la red.) No he tomado drogas y no me sabe mal no haberlas tomado, no creo que me haya perdido nada; sólo que me gustaría no tener por motivos genéticos la misma enfermedad que desarrolla la gente después de años de haberse estado intoxicando, sin haberlo hecho nunca; me parece una putada, y de las de marca mayor.

1 comentario:

Anabel Rodríguez dijo...

Y de las gordas.
Besos