lunes, 23 de febrero de 2009

Caminitos y atajos

Una vez le dije a alguien que toda mi vida había seguido unos raíles, y que al final había decidido salirme de la vía. “Salirme de la vía” significaba dejar de estudiar y dedicarme a escribir.

Lo intenté.

Y aunque no fue bien, porque no vivo de escribir, ni he conseguido ser independiente, ni he conseguido escribir nada bueno, no me arrepiento. Era lo que quería hacer. Quería dejar de correr una carrera que no era la mía, con unas presiones que me sobrepasaban y unos objetivos que se esperaban de mí por encima de mis posibilidades. Dejé de luchar en el mundo de los demás y empecé a luchar en mi propio mundo. Y, aunque en el fondo vivo en el mundo de los demás y a veces son los valores de los demás lo que a la fuerza se impone, estoy contenta de haber conseguido dejar de vivir en un mundo de presión constante.

Pero ya hace muchos años de ello.

Pero supongo que no lo he superado. Esta decisión es mi juventud, y nunca me he parado a analizarla demasiado. Escribir... ¿es sólo la excusa para no tener que luchar? ¿Es solo un lugar donde esconderme? ¿Es el atajo o es el meandro?

Lo que quiero decir es que, visto lo que escribo, quizá haya a quien le extrañe que piense en dedicarme profesionalmente a la escritura, cuando hay tanta gente que escribe bien en la red y no tienen ni la mitad de pretensiones que tengo yo. De eso me hago cargo.

Tampoco querría idealizar el hecho de escribir, como si no hubiera nada más en el mundo para la otra gente, a pesar que sea lo más importante para mí, y que yo, que no hablo demasiado, encuentre en esta forma de comunicación la manera de expresarme interiormente.

Pero la pregunta que me hago es... yo, que soy como soy y vivo en el recogido mundo de libros en el que vivo, y que escribo un post casi cada día... ¿podría ser feliz al lado de alguien que no necesite comunicarse de la misma forma? ¿Qué no escriba, ni lea, ni entienda el valor de todo ello más allá que como una excentricidad simpática de alguien que te gusta? ¿Puede aceptarte de verdad más allá de la atracción física alguien que no comparta tu mundo?

Pues no lo sé. Esta es la gran pregunta...

2 comentarios:

Ferragus dijo...

He concluido que la vida no tiene atajos. Meandros, muchos; y con ellos la vida se torna entretenida, comienza a entregarnos un escenario donde cada uno y en completo albedrío, levantará su obra.
Tu múltiple pregunta, tiene una respuesta que germinará en el tiempo de la relación. No antes.

Un beso, Clarissa.

Anabel Rodríguez dijo...

No sólo meandros, también tiene muros, y cuando están ahí, no queda otra que tirarlos abajo.
Besos