domingo, 28 de diciembre de 2008

Reyes anticipados

Con Rodrigo habíamos trabajado juntos. Éramos muy jóvenes, y se trataba de ir dando golpecitos con un martillito de madera a un ejército de tapones de corcho encima de unas pequeñísimas botellitas de perfume que iban saliendo por el tapiz mecánico. Un trabajo muy creativo, como os podéis imaginar... pero mientras tanto teníamos grandes charlas. Rodi, en aquella época, estudiaba un curso nocturno y a veces venía tan dormido que yo debía hacer parte de su trabajo. ¡Un día llegué a dar el golpecito a dos mil botellitas yo solita! “El día que sea rico”, me prometió, “te lo compensaré”. Rodri era listo, pero, francamente, jamás me imaginé que se pudiera llegar a hacerse rico... Hasta que, el otro día, diecisiete años después de aquel invierno que pasamos juntos dando golpecitos a los tapones de corcho, me lo encontré. Y me lo confesó: ¡se ha hecho rico! El caso es que todavía se siente en deuda conmigo por haberlo ayudado a compaginar el trabajo con los estudios, y para compensarme, como que lo es muy mucho, de rico, ha decidido regalarme un viaje espacial. Sí, como lo oís. Rodri me paga todos los billetes que hagan falta para que yo y el acompañante que yo escoja podamos subir a una nave espacial e incluso salir a darnos un garbeo por el exterior de la Tierra. No hace falta decir que me hace mucha ilusión, y que estoy muy impresionada de que pueda permitirse regalarme algo así. “Tú invertiste en mí”, me dijo, convencido. (Ahora habla como un hombre de negocios.) Yo no creo que hiciera nada especial más allá de lo que habría hecho cualquiera por un chico tan simpático (y que me gustaba un poco, además, porqué no confesarlo), pero en fin, si él lo dice, no seré yo quien le deshaga esta ilusión... Sólo hay un pequeño problema a la hora de emprender el viaje espacial: se debe de estar en forma y pesar como máximo x kilos. De sobra es conocido por los lectores de este blog mi sobrepeso... Yo peso x+20 kilos, y así, ¡jamás podré meterme en el traje espacial! Ningún problema, Rodri va a enviarme a una dietista y a un cocinero chino a casa para que lo arreglen (se ve que es en la cocina china donde la verdura está más rica). Ponerme en forma depende de mí, o sea que ya puedo salir a caminar...

Qué queréis que os diga, yo prefería ir a Bath a seguir el rastro de Jane Austen... a mi esto de los viajes espaciales nunca me ha tirado mucho... y peder peso... se me hace una montaña, francamente... ¡Pero me veo obligada a aceptar porqué le hace tanta ilusión! (Además tampoco es cuestión de llevar la contraria a alguien tan rematadamente rico, ¿no?) Ay, Rodri, ¿no hubiéramos quedado en paz igual con una botellita de perfume? (¡Pero que no fuese de la marca de la que apretábamos los tapones, claro!)

4 comentarios:

Ferragus dijo...

¡Vamos, mujer! Que nada cuesta bajar algunos kilitos; sobre todo si tienes la posibilidad de tomar ese viaje. Hazlo por ti, o por Rodri, o por último por las miles de botellitas que conocieron tu pulso.

Besos.

PS
Me parece genial la escena de los dos, dando golpecitos a las botellas.

Anónimo dijo...

¡Ay Ferragus! Tú no debes saber qué día es hoy en mi país... ¡el día de los inocentes! Se hacen bromas que son mentira. ¡Esto es una incentada!

¡Inocente! ¡Inocente! (Bueno, no vale porqué no lo sabías...)

Anónimo dijo...

Espero que no te enfades...

Ferragus dijo...

No podría enojarme contigo, Clarissa.

Besos, cariño.